Nicaragüenses participantes en JMJ esperan que crisis en su país sea abordada por Francisco

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George Rodríguez EP. Participantes de Nicaragua en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), a realizarse esta semana en Panamá, dijeron, en declaraciones difundidas este martes, que aspiran a que el papa Francisco se refiera a la violenta crisis sociopolítica que hace nueve meses golpea a ese país centroamericano.

Es necesario que, durante su participación en la JMJ, el pontífice anime, a la población nicaragüense, a continuar la lucha pacífica que viene desarrollando para lograr el restablecimiento de la democracia, y que promueva el diálogo como medio para superar la crisis, indicaron, a la agencia española de noticias EFE.

“Que le cuente al mundo lo que ocurre en Nicaragua”, planteó José María Granado, de 20 años, oriundo de la nororiental localidad de Siuna, en el sector minoreo ubicado en la zona caribeña norte nicaragüense.

Los peregrinos de ese país llegaron a Panamá con la alta expectativa de que Francisco –el argentino Jorge Bergoglio- anime al pueblo nicaragüense a mantener el esfuerzo por el restablecimiento de la democracia, dijo, por su parte, Camilo Armando Mora, también oriundo de Siuna.

“Creo que todos estamos esperando que el papa nos mande un mensaje de ánimo para seguir luchando por una Nicaragua libre”, manifestó.

Granado, participantes en las masivas protestas populares antigubernamentales que han tenido lugar en Nicaragua, desde el estallido de la crisis, y ha sido, por ello, detenido y encarcelado –al igual que centenares de otras personas-, indicó que se recomendó, los peregrinos nicaragüenses, antes de su partida hacia Panamá, que durante la JMJ se abstengan de referirse a la dramática situación de su país, de modo de no correr riesgos a su regreso.

“Nos han recomendado no hablar para evitarnos problemas a la vuelta, pero es nuestra oportunidad”, indicó el joven, cuya recursión transcurrió en la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ) –centro de detención más conocido como “El Chipote”-.

En esas instalaciones, ubicadas en las afueras de Managua, los detenidos, lo mismo mujeres que hombres, permanecen en condiciones infrahumanas, además de ser sometidos a tortura –lo que incluye violación-, de acuerdo con denuncias formuladas por víctimas, familiares de detenidos, y defensores de derechos humanos.

Sin embargo, “tenemos que presionar para que el papa hable y el mundo entero sepa lo que estamos viviendo”, agregó.

Respecto a la represión policial y parapolicial antiopositora que mantiene el régimen del preside Daniel Ortega, y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, la exiliada Marielba Altamirano indicó que la participación de nicaragüenses se ha visto limitada por esa causa.

Según estimaciones de los organizadores de la JMJ, aproximadamente cuatro mil nicaragüenses llegaron a Panamá.

El número habría sido mayor, pero eso no fue posible porque “la mayoría o están presos o están exiliados y es muy arriesgado moverse”, dijo Altamirano, una líder estudiantil de la norteña ciudad de Jinotega.

La dirigente indicó, asimismo, que existe la expectativa de que el papa se pronuncie a favor de un diálogo efectivo, como mecanismo para superar la crisis.

Están en marcha, en rede sociales, una campaña para alentar a Francisco a que “impulse un nuevo diálogo”, además de que “pida oportunidades para los que han tenido que exiliarse”, informó.

Altamirano aludió así al Diálogo Nacional que, con mediación de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), fue instalado en mayo del año pasado, aproximadamente un mes después de estallada la dramática situación, pero fracasó casi de inmediato.

Igualmente, hizo referencia a los miles de nicaragüenses quienes, perseguidos por su oposición al régimen orteguista, han optado por el exilio.

Respecto a la gestión de los obispos nicaragüenses, Josué Aragón, de la central ciudad de Juigalpa, expresó el deseo de agradecer, personalmente, al papa, lo actuado por los líderes católicos de ese país, quienes han sido blanco de fuertes críticas por parte de Ortega.

“Ojalá pudiera agradecerle al santo padre los buenos obispos que tenemos”, aseguró Aragón, quien señaló, asimismo, que, durante la misma que el papa oficiará en el marco de la JMJ, “todos los nicaragüenses nos vamos a poner juntos para esperar ansiosamente el mensaje del papa”, y, en alusión a la bandera de Nicaragua, agregó que “queremos que vea bien nuestra bandera azul y blanca”.

La JMJ se originó en la iniciativa del papa Pablo VI (1963-1978) –el italiano Giovanni Montini- de reunirse, en 1975, en Roma, con miles de jóvenes de diversos países, encuentro que fue seguido, nueve años después, por similar actividad, convocada por Juan Pablo II (1978-2005) –el polaco Karol Wojtyla-.

El primer país latinoamericano donde se llevó a cabo la JMJ fue Brasil, cuya oriental ciudad de Río de Janeiro fue sede del encuentro, hace seis años, mientras Panamá es el primer país del istmo centroamericano que aloja la reunión internacional.

La anterior JMJ se llevó a cabo en Cracovia, en 2016.

Respecto a Nicaragua, Francisco se refirió dos veces, en menos de un mes, a la dramática situación que registra ese país.

En su mensaje de Navidad, el pontífice expresó, el 25 de diciembre, que la esperanza de que, “delante del Niño Jesús, los habitantes de la querida Nicaragua se redescubran hermanos, para que no prevalezcan las divisiones y las discordias sino que todos se esfuercen por favorecer la reconciliación y por construir juntos el futuro del país”.

Más recientemente, al dirigirse al cuerpo diplomático acreditado en el Vaticano, el papa expresó, el 7 de enero, la necesidad de que el diálogo se restablezca en ese país.

“Pienso, particularmente, en la amada Nicaragua, cuya situación sigo de cerca, con el deseo de que las distintas instancias políticas y sociales encuentren en el diálogo el camino principal para empeñarse por el bien de toda la nación”, señaló, poco más de dos semanas antes del inicio de la JMJ.

Estallada el 18 de abril en ese país centroamericano, la violenta crisis sociopolítica ha cobrado centenares de vidas, generado miles de heridos, detenidos, y desaparecidos, dañado en gran escala a la economía nacional, y determinado que miles de nicaragüenses emigren, principalmente hacia la limítrofe Costa Rica -donde más de veinte mil personas han solicitado refugio-.

La represión policial y parapolicial antiopositora ha pasado de ser masiva -contra actividades opositoras públicas-, a constituirse en principalmente selectiva -mediante la captura y la desaparición de opositores quienes son blanco de búsqueda individual-.

Medios de comunicación y periodistas independientes y organizaciones no gubernamentales –particularmente las defensoras de los derechos humanos- han sido los objetivos más recientes de esa modalidad represiva.

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