La violencia sigue en las gradas de los estadios bajo el amparo de los clubes y la UNAFUT

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Aficionados entre barras de los equipos del Cartaginés y el Herediano protagonizaron otra escena de violencia en el fútbol y los estadios de Costa Rica.

Allan Madriz |Opinión. Desde hace muchos años se ha venido hablando que ya las familias no pueden asistir a los estadios por la presencia y comportamiento de las barras tanto dentro como fuera de los estadios de fútbol de nuestro país.

Torneo a torneo se repiten los incidentes de invasiones de cancha, pleitos entre barras y aficionados, agresiones a jugadores, asaltos y peleas de barras fuera de los estadios; pero hasta el día de hoy nadie ha levantado la mano para encontrar la solución a este grave problema social que corrompe nuestra sociedad.

Hoy seguramente en todos los medio se hablará de buscar responsables, de cuales son las medidas necesarias, de vetar aficionados de los estadios, de mejorar comunicación con Fuerza Pública, etc; pero después de dos días la historia será otro cuento efímero en nuestro fútbol nacional.

Lo cierto es que la dirigencia de los clubes nacionales y la UNAFUT siguen permitiendo la violencia en los estadios con sus decisiones, que en vez de castigar premian a los principales responsables.

No se puede entender como un evento de tipo público que no cuento con el plan de seguridad necesario de la Fuerza Pública, es permitido para realizarse por la UNAFUT y el equipo casa, arriesgando la integridad de los aficionados, jugadores y demás presentes en los estadios.

¿Por qué no pasar las cosas en reglas de una vez? No es la primera vez que un partido de fútbol no cuenta con el aval del plan de seguridad de la Fuerza Pública y ocurren eventos lamentables como los de este miércoles en Cartago, ¿vale más una taquilla que la integridad de los aficionados?

Sumado a eso, a pesar de que los clubes más importantes niegan el apoyo a las barras, siguen “alcahueteando” a las barras desde que salen, llegan y se van de un estadio. Les ponen un “cordón policial” para escoltarlos en buses, llegan a los estadios y tienen lugar asignado, los retienen hasta que sale todos los aficionados y nuevamente son escoltados de vuelta.

Viendo este comportamiento, es lógico que los miembros de barras se sientan acuerpados, no hay sanciones, son “cuidados por la policía” y los clubes siguen vendiendo boletos sin importar que pasará en los estadios.

Lo de este miércoles en Cartago ya pasó y seguirá pasando en los estadios hasta que los propios clubes decidan reclamar la seguridad de los aficionados como la prioridad número uno en los estadios. El “mango del sartén” lo tienen los clubes en la UNAFUT, si quieren que la gente vuelva algún día en familia a los estadios.

Escenas de violencia como estas refuerzan la idea de NO querer asistir a un estadio en familia para arriesgar a mujeres, adultos mayores y niños a las consecuencias lamentables de la VIOLENCIA que se disfraza de barras de fútbol en los estadios.

Y para premiar al Cartaginés en vez de quitarle los tres puntos, aplicarle multa económica y vetarle el estadio por varias fechas; deciden reprogramar los 45 minutos faltantes!!! Esa es la dirigencia de fútbol de nuestro país.

No usaré la frase cajonera “hasta que alguien muera en un estadio”, NO, no se necesita eso para saber que esto se salió de las manos hace mucho tiempo y que los clubes no han querido asumir la responsabilidad necesaria en este tema tan delicado.

Como dijo ayer en su cuenta de Twitter, Celso Gamboa, exministro de Seguridad: “Ese recurso policial lo necesitamos en la calle de Cartago, no cuidando delincuentes en espectacúlos privados”… Y cuando dice privados es por que los equipos se niegan a trabajar en conjunto con la Fuerza Pública y prefieren poner a cualquier hijo de vecino con un chalequito vistoso que dice seguridad, pero al final no tienen la capacidad para intervenir.

En última instancia, usted aficionado, la decisión es suya, no vaya al estadio si no le garantizan las medidas de seguridad necesarias, no asista sino hay plan de seguridad aprobado, exija y demande, su vida vale más que 90 minutos de fútbol; porque al parecer a los clubes les importa más una taquilla que su integridad física.

Opinión.

Allan Madriz C.

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