El valor del fútbol femenino está en el centro del debate, y las cifras no hacen más que avivar la polémica. El subcampeonato de la Selección Colombia Femenina en la Copa América, un logro histórico, viene acompañado de un premio que, para muchos, sabe a poco. El equipo recibió 500.000 dólares, una cantidad idéntica a la que se lleva el campeón de la liga masculina local, lo que ha llevado al analista Gender Vera, de Flashscore, a preguntarse si se trata de un verdadero reconocimiento o solamente de un acto simbólico.
La Conmebol presentó esta entrega de premios como un gran avance hacia la equidad, marcando la segunda vez que se otorgan incentivos económicos en la historia del torneo femenino. Sin embargo, al poner estas cifras en contexto, la supuesta “nueva era” se desvanece. La campeona Brasil se llevó 1.500.000 dólares, una cantidad ínfima si se compara con los 16 millones de dólares que recibió Argentina por ganar la Copa América masculina de 2024. El premio para las mujeres es apenas un 9.3% del que se llevaron los hombres.
El talento y la entrega de las jugadoras colombianas están fuera de toda duda. La final contra Brasil fue un espectáculo vibrante que se resolvió en una dramática tanda de penaltis. Este es el cuarto subcampeonato para Colombia, mientras que Brasil, el eterno dominador, se alzó con su noveno título. El nivel competitivo de este fútbol es indiscutible y va en constante ascenso.
Entonces, ¿por qué la recompensa financiera no acompaña este crecimiento? El deporte, que tanto se jacta de sus valores de igualdad, muestra una doble moral en el plano económico. Es imperativo cuestionar: ¿es justo que un subcampeonato continental femenino se equipare con un título local masculino? ¿Estamos incentivando de verdad la competitividad o simplemente estamos perpetuando una profunda desigualdad que se disfraza de avance?
