José María Villalta Florez-Estrada
Una vez más “La Nación” tergiversa los hechos y manipula la información. En el caso de Ronal Vargas minimizan el hecho más relevante: es la primera vez en la historia que un diputado es obligado a renunciar por su propio partido por un caso de acoso sexual. Aquí se marcó una diferencia sustancial con otros casos como el caso Tinoco, donde el Gobierno, su fracción y su partido lo protegieron para que no tuviera que renunciar, a pesar de que en ese caso sí existía una denuncia formal.
Lo que pasó aquí es que una funcionaria legislativa presentó una queja verbal contra el exdiputado por la situación de acoso, aclarando que no estaba preparada para presentar una denuncia formal, que solo quería medidas de protección, que se le reubicara en otra oficina. Pidió que se protegiera su privacidad, y reiteró que no quería hacer publico el caso, por temor a ser revictimizada y señalada en su lugar de trabajo.
La fracción procedió a reubicarla inmediatamente. Se analizó el caso y se concluyó que había elementos de juicio y pruebas suficientes para presentar una denuncia debidamente fundamentada. A pesar de que la afectada no ha decidido denunciar, el FA no se quedó de brazos cruzados. Se le pidieron explicaciones al exdiputado, que no fueron satisfactorias. Ante esta situación, decidimos cortar el problema de raíz. El exdiputado tendrá que rendir cuentas en los tribunales. Pero tendrá que hacerlo como ciudadano común. No íbamos a permitir que se escudara en la inmunidad, como tantas veces ha ocurrido en Costa Rica.
Por qué no se divulgaron antes los motivos de la renuncia: para proteger a la víctima. La fracción se apegó al proceso establecido en la Ley. La denuncia debe presentarse formalmente. Deben respetarse los derechos de la persona afectada. No se puede ventilar el caso a los cuatro vientos, si la persona afectada no ha tomado la decisión de presentar una denuncia y hacerla pública.
Lo que pasó en el Plenario nos sorprendió a todos y todas. El exdiputado nos había dicho que se despediría de sus compañeros. Pero no teníamos ni idea de su estado real de salud. La verdad es que su discurso nos dejó descolocados y paralizados. Y es cierto que tardamos en reaccionar. Debimos haber explicado con más rapidez lo que estaba pasando.
Pero “La Nación” manipula los hechos. Invisibiliza la reacción contundente de cero tolerancia al acoso sexual. No había una denuncia formal y nunca hubo un ánimo de “ocultar” nada. El FA actuó apegado a la Ley preocupado por proteger los derechos de la víctima. En la etapa actual del caso no se podía ventilar públicamente contra su voluntad, sin causarle un grave daño. Al final, lamentablemente, eso fue lo que ocurrió. De hecho, exigimos respeto al proceso interno de esta persona.
En síntesis, ha sido un golpe duro para nuestra fracción. Para nuestros diputados y diputadas fue una situación muy dolorosa porque tienen aprecio en lo personal por su compañero.
Pero yo me sentiría realmente avergonzado si no hubiéramos actuado con contundencia para sentar un precedente de cero tolerancia al acoso sexual. Después de este caso, los diputados no se sentirán tan intocables y el acoso en las altas esferas de poder dejará de ser visto como algo normal.
Me gustaría creer que solo en el FA existe acoso sexual. Significaría que la sociedad costarricense no está tan mal. Pero la verdad es que el acoso sexual existe en todos los partidos y en todas las esferas del poder porque es hijo de la cultura machista que lamentablemente todavía impera en Costa Rica. La diferencia es que esta vez un partido si actuó con contundencia para frenarlo de raíz. Aunque la manipulación mediática haga hasta imposible por ocultar este hecho.
No solo la Na-zion aprovecha la situación. Hasta diputados y diputadas de buena calidad como Emilia Molina quieren hacer su agosto politiquero.