Geovanny Jiménez S. El pasado domingo falleció en Alajuela uno de los ilustradores más importantes, creativos y originales que ha tenido la edición costarricense: Félix Arburola.
Director artístico de la revista para niños más importante que ha tenido este país y aún permanece en la memoria de la generación que ahora tiene entre 35 y 50 años: Tambor. Ahí ese “niño de siempre” logró llevar a “los más pequeños” mucho encanto durante su niñez.
Luego vinieron los libros y en Costa Rica hay muchos autores que hoy son orgullosos al decir que Félix Arburola ilustró un libro suyo. Trabajó con la Editorial Costa Rica, Editorial Santillana, Editorial UNED, pero participó en muchos otros proyectos artísticos, sin contar además sus trabajos publicitarios.
Arburola murió a la edad de 68 años el pasado domingo 8 de noviembre por causa de un cáncer linfático que combatía con medicinas alternativas en los últimos meses. En estos días, los artistas de Costa Rica celebran y hacen homenaje al más notable ilustrador que ha tenido Costa Rica en las últimas tres décadas.
Su último trabajo era la ilustración de un libro de la Euned, que ahora terminará su hijo Ariel Arburola. Antes expuso una colección de dibujos en el Instituto México en agosto pasado. Además, lo pudimos ver en la pasada Feria del Libro, conversando y compartiendo su pasión.
“Era un artista que prestaba su obra a los libros, y que lograba contar una historia paralela y conjunta . Eso sobrepasa un ilustrador”, ha dicho a Culturacr.net el escritor Minor Arias Uva, a quien ilustró su obra “Algunas ranas de salto múltiple”.
“Siempre fue fiel a su imaginación”, expresó a Culturacr.net el escritor y editor Guillermo Fernández Álvarez, quien trabajó con Arburola en sus colaboraciones a la revista Andrómeda y luego en la Editorial Costa Rica donde Fernández fue Jefe Editorial.
“Si un hombre supo profesionalizar el arte de la ilustración, sin olvidar esa niñez perpetua, fue Félix Arburola”, expresó el escritor Carlos Rubio a este medio.
Arburola era un niño que se permitió crecer un poco para evitar los límites de la niñez y luego no creció más para seguir siendo niño. Y en aquel viaje, Arburola, padre de cuatro hijos también artistas, como la actriz Moy Arburola, hoy directora de la Compañía Nacional de Teatro, logró darle un peso y un nuevo camino a la ilustración costarricense.
“Como grande mejor prefirió quedarse siendo niño, algo que le sucede a algunos artistas. Si uno ve sus dibujos, en realidad son laberintos, sitios que no solo son “ilustraciones” sino lugares en los que de verdad se cree”, agrega Fernández Álvarez.
“Antes de Félix, la ilustración en este país no se tomaba en serio. La ilustración de libros y el diseño no era algo serio, se ilustraba porque había que hacerlo. Félix siempre lo tomó apasionadamente y tan vehementemente que hizo una escuela de artistas”, afirmó a La Nación Ana Coralia Fernández, última directora de Tambor, también ilustradora.
Carlos Rubio, autor de relevantes obras de la literatura infantil de Costa Rica, coincide y confirma estos criterios: “Félix fue una síntesis de lo mejor del arte y nunca vendió su criterio a cambio de dinero. El bienestar de la niñez estaba antes que la idea de convertir su potencial creativo en una máquina de hacer dinero”.
“Ser niño es conservar el asombro, la risa , el amor por todo cuanto existe. Ser niño es un don, y no tiene nada que ver con la inmadurez: se confunde a veces, porque estas personas no se apegan al canon, a lo que decide la matríx que uno sea”, agregó el poeta Arias Uva.
Su legado artístico anduvo en varios espacios, incluso en la fantasía de imaginar y confeccionar impresionantes carrozas para el Festival de la Luz en San José.
Minor Arias, quien dice estar al borde de la calle pensando en el maestro Arburola, el “duende enigmático”, le atribuye un legado más: “la capacidad de Gozo con lo que se hace, el juego, la experimentación, definitivamente desarrolló un estilo único, identificable. Personajes que parecen volar siempre. Como sí la fuerza de gravedad no los afectase. Personajes que nacen de los colores. Su legado es que la vida y el arte son una búsqueda permanente, el siempre estaba experimentando, buscando, siempre estaba asombrado”.
Guillermo Fernández comenta similar: “Me parece que Félix es un artista que logró hacer de su arte un sitio a resguardo de la seriedad, un oasis de la infancia. Félix nunca fue un adulto. Y por dicha. Los adultos lo perdieron todo”.
“El país le quedó debiendo una retrospectiva en el Museo de Arte Costarricense y un juicio crítico, serio y fundamentado, sobre su obra”, agrega Carlos Rubio.
Los artistas del país, los escritores, los ilustradores, los editores, todos, pueden agradecer a Félix Arburola muchas cosas, desde su talento hasta los caminos que abrió, pero muchísimos lectores y amigos podremos agradecerle infinitamente que estuviera ahí cuando una hija o un hijo lo necesitó. Don Félix, estaremos en deuda para siempre con usted, ¡gracias eternas!
Foto: Periódico La Nación.