Geovanny Jiménez S. / Desde el principio se percibió al equipo ansioso, con ganas de sacar la tarea y concentrado, pero no podían superar los nervios.
“En el primer tiempo nos mataron los nervios y luego no pudimos remontar”, reconoció luego el “Popeye” Herrera, técnico de la selección sub-17 de fútbol costarricense.
En el último tercio del primer tiempo un error del guardamenta -anunciado desde partidos previos en que se comprometía la salida con bolas divididas en posición peligrosa- obligó al buen defensa nacional Villegas a cometer una falta. El portero, más nervioso por el error, no se ubicó bien y el gol cayó con un buen tiro del belga Rigo.
Después de ahí, el partido fue cuesta arriba, con la complicidad de un árbitro timorato para imponer autoridad con el tiempo que desperdició Bélgica a su antojo.
El segundo tiempo empezó desordenado, otra vez más ímpetu que claridad, pero poco a poco a fuerza de pasión y entrega, con correcciones desde la banca, el equipo logró acercarse más al marco rival e incluso no tuvo suerte en varias ocasiones para consolidar su dominio con un gol que hubiera sido justo por mejor desempeño tico.
Una desviación del defensa al poste y Arboine no pudo enderezar a boca de marco, luego el capitán Hernández se coló robando la espalda de la defensa belga y tiró dos veces, con tan mala suerte que ambas las pegó en el portero. En ese momento era posible el empate, pero ya Bélgica perdía tiempo a placer y la desesperación costarricense empezó a calar.
Apenas 3 minutos repuso el árbitro africano, ni siquiera para reponer una de las pérdidas de tiempo por una supuesta lesión del portero. Ya todo estaba liquidado.
La ansiedad, un error, un gol, un partido, adiós al mundial.
Sin embargo, el no llegar a las semifinales es todo un aprendizaje repetido para el fútbol nacional que, en los últimos mundiales ya consolida ese brinco a cuartos de final, pero no da el puntillazo de gloria que sería estar entre los 4 mejores del mundo en una categoría.
Un grupo de futbolistas talentoso, con futuro para las sub-20, pero que no solo se resbalaron muchas veces en la cancha (queda la duda si tenían el equipo correcto para jugar ahí), sino que compartieron la canche entre todos, en una curiosa rotación de jugadores de Herrera experimentó. Incluso brillantes y esforzados del balón como Barlon Sequeira y Andy Reyes estuvieron en la banca en un partido tan importante como este, y aunque entraron de cambio fue poco lo que pudieron hacer con un equipo desesperado.
No hubo conformismo, ese parece problema superado -no del todo- en el fútbol tico, pero hubo exceso de toque, exceso de tanteo y finalmente un experimento interesante que llegó bastante arriba.
Muy bien por los muchachos que entregaron todo lo que tenían. “Muy orgulloso del empeño de ellos”, dijo el “Popeye” Herrera al final del partido.
En otros juegos, México ganó a Ecuado 2 a 0 y llegó a semifinales, mientras Malí ganó y será rival de Bélgica, mientras los norteamericanos se la verán con