La democracia cautiva

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El que ayer fue diputado, hoy es ministro o viceministro, la que fuera alcaldesa hace un cuatrienio, hoy busca ser diputada, aquel que perdió sus foros de ayer, quiere regresar a tenerlos, es como “la sociedad de los poetas muertos”, como un club social donde lo último que importa es el bienestar de las grandes mayorías, los recursos se mal emplean para poder mantener esa planilla eterna de burócratas caros, el desarrollo del país se detuvo por culpa de la voracidad de la mayoría de ellos, unos desmantelaban la red ferroviaria para tener acceso a una flota de camiones articulados privada, las carreteras son emparchamientos vulgares de asfalto donde los huecos se volvieron al revés. Todo, absolutamente todo se ha envejecido y desvencijado, hay derecho al berreo, pero nada más; los tres poderes están tan íntimamente ligados entre sí, que a veces es difícil saber hasta donde llega uno y donde comienza el otro.

¿Veintidós magistrados no pueden ponerse de acuerdo para elegir entre dos o sencillamente todos quieren ser el presidente de la Corte Suprema de Justicia? Un deslucido diputado rural, bajo las órdenes de sus jefes, fragua la destitución de un magistrado pese a que no se podía por ex temporal, luego el mismo Poder judicial re nombra a dicho magistrado.

Ese acto en sí pasaría inadvertido, de no ser que deja a la vista profundas fallas de procedimiento administrativo público que denota la penetración de la corrupción en todos los poderes. Tiene el pueblo que tomar las calles para detener una concesión a todas luces espuria, fraguada con el visto bueno de la Contraloría General de la República. Las palabras democracia, justicia y libertad, hoy por hoy son palabras gastadas, en las que nadie cree.

 

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