Todos nos parecemos, pero no somos iguales

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Don Adán le dio un cono rebosante a Memito y luego de una mirada a nosotros y al ganador, nos dijo una frase que se quedó metida en mi mente: “todos nos parecemos, pero no somos iguales”. Siguió con su venta de helados de sorbetera y tocando un timbre de bicicleta que tenía el carrito, al grito de “helados fríos, cómalos antes de que se calienten”.

El haber sido derrotados por Memito Morales hizo que nadie quisiera regresar a escuchar la sabiduría de don Adán Rosales, yo continué acercándome por dos razones: en primer lugar porque me quedaba muy cerca y en segundo lugar, y quizá mucho más importante, fue el enigma de su frase “todos nos parecemos, pero no somos iguales”. Hablé muchas veces con él, nunca logré vencer mi timidez para preguntarle sobre el significado de su frase. Me fui de mi pueblo, estuve muchos años lejos y al fin regresé ya graduado de médico. Don Adán ya no vendía helados de sorbetera, pero asistía diario al parque a conversar con sus amigos de siempre.

Las vueltas de la vida nos llevan muy lejos, algunas veces regresamos al nido como para ver si de verdad existió o era una ilusión de nuestra niñez y juventud. Muchos años he vivido lejos de mi pueblo natal. Un buen día estando en un hospital de San José me tocó atender a don Adán como paciente por una fractura de cadera, hablé con él, preparamos todo su examen para cirugía y el día llegó en que le operé su cadera. Por suerte para ambos todo estuvo muy bien, antes de darle la salida decidí preguntarle lo que había querido decir con la frase “todos nos parecemos, pero no somos iguales”. Le recordé lo del cuatro en cuatro, se rió como sólo los hombres buenos saben hacerlo.

Me dijo que Memito había muerto hacia muchos años, lo mataron en una reyerta de cantina, era el más vivaz de nosotros, pero nunca terminó la escuela, se metió en problemas y murió relativamente joven después de vivir una existencia violenta. Mire Quiquito, las cosas son más sencillas de lo que uno cree, todos queremos ser iguales pero no es posible, cada uno viene hecho de una manera muy particular, ninguno nos repetimos, lo que quisieron en algún momento los revolucionarios franceses y después los comunistas, de ser iguales, sólo ha servido para que la gente termine comprando lo que no puede pagar, sólo para ser igual que su vecino, y aún así no lo consigue; recuerde que todos nos parecemos, pero no somos iguales.

Miré la ambulancia que llevaba a don Adán hacia nuestro pueblo y sentí nostalgia por ese ayer que se fue tan rápido y admiración por la manera objetiva en que ese hombre miraba el mundo. Muchos años después de su muerte supe que había sido profesor universitario en su juventud y había abandonado la docencia para irse a un pueblo tranquilo a vender helados fríos, como les llamaba y vivir la vida; había enviudado muy joven y decidió vivir su vida a su manera.

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