Lo ocurrido en Pérez Zeledón manifiesta dos características del modelo de gobierno que se ha ido insertando en Costa Rica.
PIMERO, se trata de un modelo en que los recursos públicos, el proteccionismo y el paternalismo, están al servicio de empresas multinacionales, de las empresas que contratan con el Estado o de las empresas que quieren extraer oro. Cuando se trata de estos sectores las autoridades no escatiman esfuerzos para darles subsidios, exoneraciones de impuestos, trámites expeditos o decretos de conveniencia nacional. Las empresas que contratan con el Estado, para construir aeropuertos, puertos o carreteras, siempre son defendidas por los jerarcas del gobierno, no importa cuantas veces incumplen sus contratos o engañen. Cuando hay una denuncia la primera respuesta de las autoridades es dar la razón a esas empresas.
Pero cuando se trata del agricultor nacional pequeño, se aplican reglas de mercado y se denomina como paternalista cualquier propuesta de ayuda. Los ideólogos de los últimos gobiernos viven en una contradicción permanente. Defienden para las empresas multinacionales, lo que consideran mala política económica cuando se trata de pequeños agricultores. En la práctica, el modelo ha sido neoliberal solo para este tipo de empresario agrícola, no para las empresas multinacionales y las que contratan con el estado. Para ellas no ha habido “mano invisible” del mercado, sino la mano visible del Estado otorgándoles subsidios, perdones, exoneraciones y todo tipo de privilegios y tratos especiales. Así los verdaderos víctimas del neoliberalismo han sido frijoleros como los que se manifestaron en Pérez Zeledón.
La SEGUNDA característica del modelo de gobierno -y de la cual los pequeños frijoleros hoy han sido víctima-, es la preferencia del uso desmedido de la fuerza por sobre el diálogo. Estos frijoleros solo pedían que alguien de gobierno fuese a conversar con ellos. Los conozco y se trata de gente pacífica, trabajadora, pero un poco desesperada ante importaciones del grano que empujan el precio tan abajo que no cubre los costos de producción. Pero el gobierno, en lugar de enviar al menos a un viceministro, envió varios buses llenos de policías antimotines, agresivos y entrenados para ejercer fuerza e intimidar.
Quienes me acusan desde ciertos sectores que no soy muy amigo de los bloqueos y las huelgas tienen razón. Pero en este caso, además de la justicia de la causa, se ha utilizado un nivel de violencia policial propio de un régimen dictatorial como el de Pinochet o el de Saddam Hussein.
Aun hoy en horas de la mañana dos buses repletos de policías paramilitares adicionales llegaron a San Isidro. Cuando los agricultores negociaban su caso ante la justicia el sitio estaba rodeado de esos policías, como si dentro de los Tribunales no estuviesen agricultores sino una banda peligrosa de narcotraficantes del norte de Méjico.
Mi solidaridad total e incondicional con los frijoleros de Pérez Zeledón; mi repudio sin calificaciones al matonismo del gobierno y a las sesgadas políticas que han obligado a los frijoleros a abandonar el surco para defender sus derechos.