El laberinto de la soledad

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Por lo visto, en la Venezuela de Bolívar no ha logrado prender bien una democracia estable, posiblemente el mismo Simón Bolívar se extravío en sus propios vericuetos, terminando perdido en su laberinto, enfermo, perseguido, odiado, y lo peor: olvidado. Bolívar utilizó todo su empeño en lograr lo que ya venía por si solo: la independencia de España, que le era mas urgente a España que a sus colonias de ultramar, se le ha tildado de utilizar a sus cofrades para lograr su personal objetivo: el poder, y después abandonarles.

Esta última noche del año 2012, el gabinete del presidente Chávez ora en conjunto por su recuperación, mientras el comandante Hugo se enfrenta a su verdadero destino, destino común por lo demás, pero que los poderosos parecen sentirse capaces de evadir: la trascendencia del mundo físico hacia el mundo de lo desconocido. Hugo, indistintamente de lo que suceda, ya no puede sentir temor ni inseguridad: tiene frente a si un enemigo invisible, la enfermedad, y lucha su propia y verdadera batalla, no sabemos si será la última o no, pero él no tiene tiempo para dejar de luchar. Estos momentos deben hacernos reflexionar a todos, pero sobre todo a quienes detentan o persiguen el poder, que sepan que el poder es un narcótico del que nadie se salva, excepto que nunca lo pruebe, que envenena mentes brillantes, envilece espíritus nobles, despedaza familias enteras, destruye pueblos y lo peor de todo: aniquila el alma.

¡Feliz año, comandante Chávez! Que venza esa enfermedad y si no fuera posible: que logre la paz de su alma.

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