Una Asamblea Constituyente convocada en democracia

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Por Alex Solís Fallas*

El mundo en el que estamos inmersos en este nuevo siglo es tan diferente, que sin necesidad de mirar atrás, nos damos cuenta de dos hechos: que mucho de lo que funcionó para que fuésemos un gran país ya no sirve y que se requiere, con urgencia, reformar los cimientos de la casa, antes de que se nos caiga encima, corroída por el paso del tiempo y otros problemas que hoy tienen indignada a la población.

Como respuesta a esta nueva realidad y a la crisis institucional que nos afecta a todos, un creciente movimiento ciudadano, con fundamento en muchos estudios que han sugerido reformas constitucionales, desde la década de los años setenta, está impulsando la convocatoria de una Asamblea Constituyente y la promulgación de una nueva Constitución Política que nos permita vivir mejor a todos.

El proceso constituyente que se promueve en Costa Rica es absolutamente seguro: se conocen las reglas de juego, desde el principio (2016) hasta el final (2021), lo que permite a la gente saber a qué atenerse y cómo participar.

Conscientes de que una sociedad o un sistema político no se transforma mágicamente, se ha puesto en marcha un proceso constituyente –que cuenta con el aval del Tribunal Supremo de Elecciones y de la Procuraduría General de la República—fundado en las mejores prácticas democráticas que han animado la vida política, económica, social y cultural de este país. Para ello, se están recogiendo 162.520 firmas con el propósito de que sea el pueblo quien decida con su voto en las urnas, de forma libre y soberana, la convocatoria de la Asamblea Constituyente.  Se trata de un proceso que arranca de abajo y no como resultado de la imposición desde arriba de una autoridad política superior o de un dictadorzuelo.

Por fin, la gente está comprendiendo que la soberanía no se reduce a unos procedimientos que nos permiten votar cada cuatro años, sino que encarna un poder que el pueblo puede y debe utilizar contra la clase gobernante, cuando ésta atenta contra el interés general. También, poco a poco, la gente ha ido comprendiendo que nos convertimos en un país que dejó de soñar en grande –excepto cuando juega la Selección Nacional–. Además, nos hemos dado cuenta de que hay tres formas de no hacer nada o permanecer estancados en el tiempo: oponerse a todo, decir que no estamos preparados y apelar al miedo; argumentos recurrentes de quienes defienden su zona de confort y se aprovechan de la crisis institucional en la que está sumido el país.

Como es la gente, la gente a secas, sin banderías partidarias o cualquier otro criterio diferenciador, quien ha puesto en marcha el proceso constituyente, éste se caracteriza por ser multiétnico y multicultural; en consecuencia, por ser participativo, inclusivo y no discriminatorio. En otros términos, se trata de un proceso pluralista, porque nos incluye a todos en condiciones de igualdad, tal y como tiene que ser en una verdadera democracia. ¡En este proceso manda el pueblo!

Por otro lado, la participación y el trabajo ciudadano que conducirá a que los costarricenses podamos modernizar la forma de estado y el sistema político, ha sido diseñado para que se lleve a cabo de manera pausada, en el lapso de cinco años: entre el 2016 y el 15 de setiembre del 2021. Una tarea tan compleja no puede concebirse y ejecutarse en dos o tres meses, o mediante acuerdos de medianoche o como resultado de los humores del dictadorzuelo o de la autoridad política superior de turno. Un proceso constituyente, para que sea verdaderamente democrático, debe brindar el tiempo suficiente para que la gente pueda informarse y participar creativamente, con su opinión y sus propuestas.

La pausa y la participación igualitaria, a su vez, permiten la publicidad y la transparencia de todos los actos que se vayan produciendo. Existen canales de intercambio de comunicación entre la gente, en aras de incentivar la máxima participación, la rendición de cuentas y la evaluación de resultados. De ahí que, desde el plano político y jurídico, el proceso constituyente que se promueve en Costa Rica es absolutamente seguro: se conocen las reglas de juego, desde el principio (2016) hasta el final (2021), lo que permite a la gente saber a qué atenerse y cómo participar.

Como se puede ver, estamos inmersos en un gigantesco trabajo de equipo que nace del pueblo, que es conducido y será coronado por el pueblo de manera pacífica, sin la influencia de ninguna autoridad política superior ni el matonismo de un dictadorzuelo, sin violaciones de la Constitución, sin obstrucciones en las calles, sin gases lacrimógenos y sin muertos.

En suma, estamos inmersos en el proceso más participativo y democrático que se haya concebido en Costa Rica, desde la independencia al día de hoy.  Ojalá todos podamos participar en el sueño de construir una nueva Costa Rica. ¡El país nos pertenece a todos! ¿Nos les parece grandioso que podamos celebrar los doscientos años de vida independiente, con la promulgación de una nueva Constitución Política, el 15 de setiembre del 2021?

*Exdiputado y Excontralor General de la República.

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