Desde el principio, esta obra estuvo llena de controversia, oposición y crítica, tanto de parte de lectores como de escritores; llegó a estar prohibida en los Estados Unidos por “inmoral” según la sentencia de un juez. La obra en sí misma es una parodia de la épica “odisea” de Odiseo (Ulises) pero el lugar geográfico de aquella que fue el Asia Menor, en esta el escenario es otro, es Dublin, la capital de Irlanda.
Joyce no era un revolucionario, pese a crecer rodeado de la guerra de los irlandeses contra los ingleses, no toma un lugar político como era de esperarse de un escritor, esto en parte fue utilizado por los enemigos suyos para minimizarlo como escritor por su falta de participación política (no era un escritor comprometido, como se usa llamar a los que no se identifican con las causas socio políticas de moda).
La obra está escrita originalmente en inglés, con muchas frases en latín, irlandés, francés e italiano, con lo que muchos quisieron darle un lugar en la especulación y hasta un toque de ocultismo.
Nada de eso por supuesto, Joyce utiliza muchos juegos de palabras como un estilo muy personal de escribir, después lo hará de una manera mucho más compleja en su obra póstuma: Finnegans Wake.
La novela Ulises, es una novela, nada más ni nada menos que una novela, lo único que la hace difícil de leer es la enorme cantidad de prejuicios sobre ella.
Parece que inicialmente en la Argentina de Borges, la novela se leyó en ingles, parte porque no había buenas traducciones y parte porque alguien como Borges, había aprendido el Ingles antes que el castellano: en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires.
Eso causó mucho mas temor ante la monumental obra de Joyce, pues se deducía que solo podría leerse si se era culto. Bien, ¿y entonces a qué viene tanta alharaca mía sobre el Ulises? Bueno, a eso mismo, pura alharaca, nada más que eso: lo único que se necesita para leer el Ulises de James Joyce es leerlo…y desde luego terminar de leerlo. Nada más, esa es la única clave, lo demás es adorno.
Yo quise prepararme para leerla, abandonando varias veces su lectura más allá de la página doscientos o más, luego de unos dos meses reiniciarla y así hasta la locura, porque uno puede llegar a creer que no es nadie si no lee el Ulises, porque muchos que nunca lo han leído, hablan de esa novela con un tono docto inmerecido. Primero que nada, si no quieres leerla, no la leas; en segundo lugar si decides leerla, no la intérpretes: léela. Suerte.