Teribes se resisten a desaparecer como una de las 8 culturas indígenas de Costa Rica

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En Térraba los teribes dan más importancia a su color más intenso.

Geovanny Jiménez S. Costa Rica tiene 8 culturas indígenas reconocidas, una de ellas y quizás la más disminuida es la Teribe, que llegó en migraciones de hace siglos desde Panamá y se asentó en la ribera del río Térraba, cerca de donde ese río grande se alimenta con las aguas del río Coto, en Paso Real.

Cuenta la leyenda que hace siglos, cuando los indígenas teribes de Panamá supieron que venían los conquistadores españoles desde el Pacífico Central, escogieron sus mejores guerreros y los enviaron “al país de las bolas” para generar un muro defensivo que no permitiera pasar a los invasores (al Valle del Diquís, zona caracterizada por esferas de piedra hoy reconocidas como Patrimonio Cultural de la Humanidad).

Esa leyenda la escuchamos en un primer viaje que hicimos a Térraba hace varios años, como parte del Programa de Turismo Cultural y Educativo que implementa este medio. Pero hace solo unos días también escuchamos otra leyenda revestida de historia. (Ellos no hablan de fuentes, ni de libros, ni de investigaciones, ellos hablan de lo que se transmite de generación en generación, pero también de lo que escuchan a los estudiosos).

Según Jehry Rivera, joven entusiasta de Térraba, los guerreros teribes -que hoy habitan ese único territorio en el país- luego también enviaron miles de soldados a apoyar la cruzada de Pabrù Presberi contra los conquistadores españoles en las extensas montañas de Talamanca durante finales del siglo 1600 e inicios del 1700. “Por eso eran tan temidos los guerreros de Presberi”, agrega Rivera.

Rótulos de rebeldía como este se encuentran en el salón comunal de Bröran.
Rótulos de rebeldía como este se encuentran en el salón comunal de Bröran.

Curiosamente hoy, siglos después, ellos se fueron poco a poco mezclando con los no indígenas mestizos y su lengua, costumbres y características étnicas, al parecer, se fueron perdiendo. Su territorio fue poco a poco ocupado por terratenientes (dueños de grandes extensiones de tierra) y finqueros migrantes que compraban tierras en formas confusas y aparentemente ilegales. Ellos son parte del conflicto por tierras que comparten además con comunidades bribris y cabécares como Salitre y Ujarrás.

El clan Bröran, sin embargo, en los últimos años, se resiste a desaparecer y hace unos años se reunió con sus hermanos panameños (incluido el Rey Teribe), quienes han mantenido mejor conservada su cultura. Hoy planean reuniones para contar su historia, transmitir su cultura e incluso contar con orgullo sobre sus tradiciones como “El juego de la mula y el toro”. “Fue primero el juego nuestro, luego los borucas inventaron “El juego de los diablitos”, expresa Rivera.

“Cuando ellos vinieron (los panameños) descubrimos que teníamos muchas costumbres en común, los alimentos, cómo los preparamos, palabras y más”, nos había comentado Cindy -en otro viaje-, también del clan Bröran.

Río Térraba recibe caudales de decenas de afluentes hasta el Pacífico.
Río Térraba recibe caudales de decenas de afluentes hasta el Pacífico.

Además de dar a conocer y recuperar sus comidas, sus leyendas y sus tradiciones, ellos también hacen manifestaciones contra el Proyecto Hidroeléctrico Diquis para evitar que sus tierras sean inundadas y con ellos sus memorias ancestrales.

“No creemos en la promesas de empleos para los indígenas, como han demostrado hasta hoy todo el personal calificado y mejor pagado lo traen de afuera, la mano indígena solo la usan para picar piedra”, comenta Jehry Rivera.

Para los no indígenas solo se trata de oportunismo: los indígenas quieren mejores tierras y recompensas por permitir que PHD se realice.

Pero es mucho más complejo que eso, porque así como las comunidades teribes y borucas de la zona, también los ecologistas se oponen al proyecto: “el proyecto secaría la intensamente verde cuenca del Térraba y con ello afectaría hábitats imprescindibles, así como los valiosos humedales Ramsar que forma el delta del río al desembocar en el Pacífico”, han afirmado varias organizaciones ambientales como Pretoma, Aeco, entre otras, en diferentes oportunidades.

Su lucha es decidida y se carga de vitalidad cuando el tema es recuperar tierras, exigir sus derechos, hablar de autonomía y oponerse al PHD. “Hemos dado muchas luchas, el relator de derechos humanos de la ONU ha venido aquí dos veces, él nos dijo que éramos el único pueblo donde repetía”, narra con orgullo Rivera.

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No al PHD es la decisión de ellos.

“Tuvimos que luchar también por que se respeten nuestras costumbres en la escuela y colegio, que tengamos profesores de nuestra gente, no de afuera”, explica. Hace varios años tomaron el colegio para presionar a la administración del entonces ministro de Educación Leonardo Garnier para contar con profesores graduados del mismo Térraba, que respetaran las diferencias culturales.

Los “recuperadores” se han denominado a indígenas que ocupan tierras de propietarios no indígenas que están en el territorio indígena. “Hay muchas tierras de terratenientes, que solo usan para ganadería y no tienen muchos empleados, deforestan y producen para dueños que están en San José y aquí ni se asoman”, comenta Rivera. Ese es el caso particular de la Finca San Andrés en Térraba.

Y están tan activos que este mismo lunes 19 de octubre que este reportaje sale al público, Sergio Rojas Ortiz y Pablo Sivar Sivar, representantes de la Coordinación del Frente Nacional de Pueblo Indígenas (FRENAPI), así como Gustavo Cabrera, representante del Comité de Apoyo a la Autonomía Indígena, estarán ofreciendo un conversatorio en el Auditorio de Educación Continua, a un costado del laboratorio de carreteras del Lanamme, en la Ciudad de la Investigación, UCR, desde las 6 pm.

Y ellos lo tienen muy claro: primero está su sangre indígena, aunque ellos se hayan mezclado con otros no indígenas, lo que prima es la línea de sangre teribe. Los borucas comparten este sentimiento.

Y ese orgullo actual es maltratado porque las instituciones del país han planteado al cantón de Buenos Aires como el más pobre del país, compartiendo los tres primeros lugares en diferentes años con Coto Brus y Talamanca.

“Tenemos 6 pueblos indígenas en Buenos Aires y dicen en la municipalidad bonaerense que eso sucede por los pueblos indígenas, porque no pagamos impuestos, pero lo interesante es que los indígenas solamente tienen el 20% de terreno en las manos, ¿entonces?, pero el 80% es de los demás y qué generan: ganadería y grandes plantaciones anti-ecológicas que tampoco producen riqueza para la gente”, defiende Rivera.

Tampoco, como la mayoría de comunidades indígenas del país, creen en la Comisión Nacional de Asuntos Indígenas (Conai), “esa institución sirve para defender los intereses de los no indígenas usando indígenas”, dice enfáticamente el teribe. Tampoco cree en la Asociación de Desarrollo Integral (ADI), “se someten a los intereses de las instituciones del Estado e inventan cosas que nos perjudican”, añade.

Sobre la Conai son claros: “ahora nombraron un Presidente de Coto Brus, pero es un títere, en el poder sigue el mismo, ellos se reparten los puestos, pero el poder es el mismo y no en favor de los indígenas”, sostienen.

“Hoy estamos más vivos que nunca -dice orgulloso pero timorato, intentando creérsela-, porque estamos en pie de lucha como no estábamos antes”, concluye el joven dirigente.

brorantabenoCerca, sobre una mesa, la comida tradicional está servida, por allá la chicha de maíz, y un grupo de comensales se apresta a rumiar no solamente aquel picadillo de una extraña planta verde, sino lo que ese muchacho acaba de decirles.

Cerca los rótulos dan la bienvenida “T`a beno, huó prúe”, mezclados con frases de rebeldía, de resistencia y una mesa con artesanías de la zona, que incluye máscaras originales teribes “que se caracterizan por no tener cachos”, explica una joven entusiasta cuya familia lleva el proceso de creación por partes: “mis hermanos hacen el diseño con dibujo, las mujeres las pintamos”, explica ella.

Ellos apuestan por un turismo diferente, uno que ellos mismos construyen para preservar su cultura, no uno impuesto desde San José para justificar el PHD que el ICE trabaja por realizar desde hace ya más de dos décadas.

Es la tierra teribe y así quieren que siga siendo, se resisten a ser conquistados desde la cultura, esa conquista que es más efectiva que la militar, en palabras del ex-presidente uruguayo José Mujica. Los Bröran resisten y luchan, reverberando esa sangre guerrera de sus orígenes.

Fotos  de CulturaCR y cortesía de Fernanda Estrada.

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