Marcos Pérez Jiménez y Juan Vicente Gomez fueron dictadores en dictadura militar, Chávez fue dictador de dictadura en democracia (término que le escuché a Oscar Arias).
Todas, absolutamente todas, las dictaduras son trágicas en su desarrollo y en su ocaso: dejan familias marcadas para siempre, amigos marcados, pueblos marcados, en fin dejan una especie de maldición detrás de ellos. No importa el estilo, no importa la gracia, no importa el tiempo ni el lugar, todos los que ejercen el poder de manera autocrática quedan proscritos y dejan a su parentela en una orfandad trágica. ¿Pensaría en esto Churchill cuando decía, parodiando a Lord Acton, que el sistema político menos malo era la democracia? Yo creo que en nuestro país hemos tenido como suerte, la poca raigambre del estilo dictador, por lo cual es fácil ver a los mismos aduladores de los poderosos renegar de ellos en un determinado momento de mea culpa y hasta entregarlos, como Lobo a caperucita.