William Aguilar | EP. Las posiciones “radicales” no son nuevas en los discursos del papa Francisco, quien ha mencionado una y otra vez en sus intervenciones, una postura más “humanista”, frente a las políticas mundiales.
Ahora lo hizo frente al congreso de Estadios Unidos (EE.UU.) en donde, aunque con un discurso suavizado, sí pidió la eliminación de la pena de muerte, así como un alto a la venta y tráfico de armas.
“Una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación. Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad solo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito”, dijo el Papa frente a cientos de congresistas.
Según los datos del Centro de información sobre la Pena de Muerte (DPIC, por sus siglas en inglés), desde que el Supremo confirmó las nuevas leyes de pena capital en 1976, en Norteamérica se han llevado a cabo 1.414 ejecuciones.
El estado de Texas ha sido responsable del 45% de las ejecuciones en EE.UU. desde su aplicación. El año pasado la pena fue aplicada en siete de los 50 estados norteamericanos. 18 estados han prohibido la pena capital, el último en hacerlo fue Nebraska.
De acuerdo con una encuesta del Pew Research Centre en abril, la pena de muerte cuenta con el menor apoyo de los últimos 40 años en la sociedad estadounidense, aunque aún mantiene una mayoría a su favor, con un apoyo del 56%.
Otros puntos del discurso
Francisco también se refirió a otros temas calientes en la agenda internacional, como lo son los conflictos armados.
“Sabemos que en el afán de querer liberarnos del enemigo exterior podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior. Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino, es la mejor manera de ocupar su lugar”, mencionó Bergoglio en relación a tomar parte en las guerras.
El papa siguió hablando de los problemas bélicos, esta vez, con respecto a las posiciones religiosas.
“El mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión”.
Su discurso fue más allá, señalando las atrocidades cometidas en el nombre de la justicia:
“Ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico. Combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar”
El Papa hizo también un llamado a recibir a los inmigrantes, no solo refugiados de países en guerra, sino a todo aquel que escape de la violencia, el hambre o la falta de oportunidades.
“Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la II Guerra Mundial. Lo que representa grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar. A lo que se suma, en este continente las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades”, sentenció el sumo Pontifice.