Héctor Arce | Opinión. Quienes pertenecemos y guiamos organizaciones del movimiento sindical, no debemos atacar la institución de la libertad de expresión. No formamos un ejercito represivo ni agresivo, sino un conglomerado que lucha por el bien común de sus afiliados.
Craso error pretender ser adalides del ataque a la prensa libre que ha sido refugio y defensa de nuestras mayores conquistas de libertad.
Libertad y sindicalismo deben ir unidos, jamas confrontados. Los dirigentes debemos entender la oposición de ciertos grupos, es natural en una democracia, no por ello debemos verter amenazas que no sean las de luchar en el campo de la razón y el convencimiento de que la causa es justa. No todas las batallas se ganan, no por eso debemos declarar guerra por cada una perdida.
El valor de la vida humana, el derecho a expresarse libremente, el derecho a trabajar en su profesión, el derecho a diferir y los pilares de la democracia que nos hacen una nación libre, jamas deben estar por debajo de los propósitos del sindicalismo, entenderlo diferente nos haría estar errados en nuestras luchas.
Posicionarnos como organizaciones sindicales tiene un fin altruista, y no es convertirse en un medio a cualquier costo, aunque a veces las circunstancias lleven a una situación en que no queda más que alterar el camino de las conversaciones, siempre dentro del ámbito democrático y con las “armas” que da el sistema.
Lamento que pueda tergiversarse el movimiento; lo lamento porque se le pone una etiqueta que no va con quienes creemos en la democracia y el poder de las causas justas.
*Héctor Arce Cavallini es presidente de la Asociación de Ingenieros Civiles del MOPT (AIC-MOPT).