No hay novia fea ni muerto malo

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Hugo Chávez, mostrando a las clases más poderosas de Venezuela que la pobreza y el aislamiento de esas grandes mayorías no es el mejor camino hacia la paz social, pivote de la democracia y de la libertad, y que sin justicia social no se puede vivir. Claro que no lo logró, pero es también una verdad de que trató de hacerlo, por el camino de la repartición, ya que nada de eso fue cedido por los poderosos: hubo que arrancarlo.

No creo que ese sistema electoral venezolano sea limpio, me disculpan los que así lo crean, pero es tan sencillo manipular las redes multiusuario desde una terminal, que los fraudes de tirar al saco del candidato los votos de los demás, queda ridículo ante ese sutil sistema manipulable. ¿Por qué digo eso? Por una razón muy sencilla, el pueblo siempre votaba por Hugo, o por sus títeres gobernadores, pero el último gane fue de bajo margen ante Capriles, como si no quisieran tapar a lo chusco el fraude: yo gano por poco, pero gano.

Por otro lado, claro que repartió a manos llenas, pero aplicando la máxima de: ” la caridad empieza por casa”, esto dicho por venezolanos involucrados en el negocio del petróleo fuera de Venezuela pero por mano y bendición de Chávez. A Fidel se le apareció como el Salvador de su derrotado y desfasado comunismo de pacotilla, a los que no pudo faulear mucho fue a los chinos, que últimamente le habían recortado la fuente de dinero fresco.

Hugo anduvo entre todo lo que le rindiera frutos a su ego insaciable, fue alcahuete de las FARC, fue amigo de las familias presidenciales socialistoides de sur América, aunque algunos se le agacharon los últimos años con disimulo, como Lula y Lugo, había en algunos líderes del continente perdido, un temor irremediable de caer en la tentación de salir como Evo con chuscadas imitativas de Hugo. No es claro su deceso para quienes somos médicos y sabemos algo de tumores óseos y de partes blandas: un sarcoma óseo es nefasto siempre; sus adláteres cayeron en el vacilón orquestado en La Habana para hacer tiempo, presentando una foto de un Chávez totalmente irrisorio con sus hijas (don Guillermo Cochez aclaró la farsa de la foto), donde hasta los parientes lejanos se daban cuenta de la pésima asesoría y el mal gusto para dar por sentado ante el mundo la juramentación de Hugo como presidente, dándole seis meses a Nicolas Maduro a convocar elecciones y sacando del guión al peligroso Diosdado Cabello.

Hora difícil para la democracia venezolana, espero en que sabrán habérselas (la oposición) con ese gigantesco grupo de asesores cubanos en Caracas. La tarea es dura, unas fuerzas armadas cautivas de una guardia pretoriana de catorce años, donde nadie se atreve a dar el paso al frente, un pueblo polarizado radicalmente en dos grupos irreconciliables (al menos desde la óptica del chavismo puro), sumido en una crisis de endeudamiento gigantesco que por ahora no podrá cubrir, con compromisos políticos foráneos incumplibles, y con una división a lo interno del chavismo irredenta.

Será largo y difícil el camino, esperemos que al final prevalezca la cordura, aunque cuando de miles de millones de dólares se trata, la cordura es prácticamente imposible. Hugo Chávez descansa en la paz del silencio eterno, es hora de olvidar lo malo, pero tampoco es honesto deidificarlo, no, tuvo su lado oscuro (quizá todos lo tenemos), pero que todo eso: lo bueno y lo malo, sea ponderado en la balanza de la patria de Simón Bolivar, que ha estado como el libertador, incapacitada de ser feliz. “Creo que ya nunca seremos felices” : Simón Bolivar, La Paz 1810.

 

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