George Rodríguez EP. La base popular de apoyo al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, está confundida por acciones gubernamentales que interpreta como contradictorias, lo que puede conducir a un proceso de alejamiento respecto a la dirigencia orteguista, y a una potencial situación de anarquía, planteó, este marte, el analista político y militar retirado nicaragüense Roberto Samcam.
Tal escenario presenta el riesgo de mayor violencia en el país centroamericano, ya que un sector considerable de la base orteguista –el radical- está armado, lo que genera el riesgo de que se agudice la violencia que viene golpeando a Nicaragua, en el marco de la crisis sociopolítica estallada hace 11 meses, indicó a El Periodicocr.
La confusión de los seguidores del mandatario deriva del hecho de que, mientras reprime manifestaciones antigubernamentales, y encarcela a opositores a quienes acusa de ser terroristas y haber participado en un intento de golpe de Estado en abril de 2018, el régimen ha excarcelado a más de un centenar de esos presos políticos –a quienes la oposición define como secuestrados políticos-, señaló Samcam, retirado con grado de mayor.
“La base del orteguismo, está superconfundida, no saben qué hacer, están cuestionándose por qué el comandante está sacando gente (de prisión)”, señaló.
Asimismo, ante la decisión de la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) de llevar a cabo, el 16 de marzo, una manifestación antigubernamental, no obstante la expresa prohibición policial –marcha que la temprana represión policial y parapolicial de ese día impidió que se llevase a cabo-, la base no sabe por qué motivo, la máxima dirigencia –por ejemplo la esposa de Ortega y vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo- no garantiza que tales actividades no ocurran, indicó.
Los orteguistas se preguntan, respecto a sus dirigentes, “por qué están permitiendo una marcha, por qué no ha habido una declaración, tajante, de Rosario, por ejemplo, de que los ‘golpistas’ no van a ir a la calle”, precisó.
Tal coyuntura está generando incertidumbre, principalmente en el sector más radical del orteguismo, lo que plantea el riesgo de agudización de la violencia en el escenario nicaragüense, de acuerdo con el análisis de Samcam.
“Entonces, viene habiendo una suerte de desconcierto, en la base, sobre todo, en la base fanática”, lo que “me permite, a mí, analizar de que puede estarse dando un proceso de división, en la base, de cara al liderazgo -intermedio y superior- del orteguismo, lo cual nos puede llevar a un peligro, latente, de anarquía”, advirtió, para reafirmar que “yo veo varias señales de anarquía”.
Por una parte, señaló, a manera de ejemplo, la reciente quema de la vivienda del dirigente opositor Luciano García, presidente de la organización no gubernamental Hagamos Democracia, quien se exilió en Costa Rica.
“La gente, empieza a tomar justicia por propia mano, empiezan a vengarse de ‘los terroristas’, de ‘los golpistas’, porque ven que, los meten presos, y, después, los sacan”, explicó, haciendo uso ilustrativo de los calificativos que el oficialismo y sus seguidores usan para referirse a la oposición.
Por otra parte, indicó, también como ejemplo, que, a raíz de la frustrada manifestación del fin de semana, aproximadamente 164 personas fueron detenidas por la mañana –incluidos disidentes históricos del nuevamente gobernante Frente Sandinista de Liberación nacional (FSLN), como la ex comandante guerrillera Mónica Baltodano-, pero fueron liberadas horas después.
En la base orteguista, principalmente la radical –la que posee armas-, “eso crea un desconcierto, y puede sobrevenir un proceso de anarquía”, advirtió.
De acuerdo con el análisis de Samcam, ese riesgoso proceso puede llegar a presentar dos variantes.
“Una, hacia ellos mismos, a empezar a pasarle factura a los líderes, que los ven que están traicionándolos después que ellos (la base) se quemaron, y, dos, de cara a los presos políticos que han salido, a los secuestrados que han salido, y a lo que queda del liderazgo territorial y del liderazgo nacional de la alianza de la Unidad Nacional Azul y Blanco”, preciso.
El peligro básico radica en el hecho de que se trata de fanáticos armados, planteó, interrogado al respecto.
“Ese es el peligro fundamental: están armados”, subrayó, para agregar que, “poner un arma en manos de un loco, es como darle una pistola a un niño: no sabés si te va a tirar o se va a tirar él”.
El analista prevé un posible escenario de violencia selectiva contra excarcelados políticos –a quienes se trasladó, de prisión, al régimen de casa por cárcel-.
Esta medida es implementada, por el gobierno, desde el 27 de febrero, horas antes del inicio de la compleja negociación con la opositora y multisectorial Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) –conversaciones que, actualmente, pasan por el segundo impase-.
Cien presos políticos fueron, ese día, objeto de la medida gubernamental, la que se repitió –en el marco del primer impase- el 15 de marzo, cuando medio centenar más fue excarcelado.
“Entonces, el peligro fundamental que yo veo en todo este proceso, es que empiecen, ya, a salir algunos locos –que hay muchos, en la base del orteguismo fanatizado, están armados-, y, entonces, digan: ‘bueno, estos van a salir todos, empecemos a matarlos’, que, para mí, es uno de los cuidados que hay que tener”, señaló Samcam.
El mayor retirado planteó, asimismo, que lo prudente sería que, quienes fueron excarcelados, procuren nuevo alojamiento, ante el riesgo de represión selectiva.
“Yo instaría, a todos los que han salido, a moverse de su casa, a salir de su casa (…) a los secuestrados que salieron”, dijo el analista, y puntualizó que, “tienen que moverse, porque estos locos son capaces de todo”.
Nicaragua es escenario de una violenta crisis sociopolítica que, estallada el 18 de abril, ha cobrado centenares de vidas, generado miles de heridos, detenidos, y desaparecidos, dañado considerable la economía nacional, y determinado que decenas de miles de nicaragüenses emigren, principalmente hacia la limítrofe Costa Rica -donde más de veinte mil personas han solicitado refugio-.
La represión policial y parapolicial antiopositora ha pasado de ser masiva -contra actividades opositoras públicas, como en el caso del 16 de marzo-, a constituirse en principalmente selectiva -mediante la captura y la desaparición de opositores quienes son blanco de búsqueda individual-, la que más recientemente se ha centrado en periodistas y medios de comunicación independientes lo mismo que en organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos.