George Rodríguez EP. El obispo nicaragüense Silvio Báez expresó, este martes, la esperanza de que Nicaragua llegue a ser un país basado sobre la justicia social, donde la diversidad ideológica no constituya un delito.
Ello, como marco de paz auténtica, aseguró, poco antes de viajar rumbo al Vaticano, cumpliendo una orden del papa Francisco.
Báez declaró, a periodistas, la esperanza de que el país centroamericano “un día, llegue a tener una sociedad fundada en la justicia social, de donde brote la paz verdadera, donde la pluralidad ideológica no sea un delito”.
En ese sentido, señaló la aspiración a que la compleja negociación que el régimen del presidente nicaragüense, Daniel Ortega, y la opositora y multisectorial Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) llevan a cabo, para superar la violenta crisis sociopolítica que hace un año golpea a Nicaragua, sea un proceso exitoso.
Es necesario que la negociación bipartita “pueda ir adelante”, porque “es la única salida pacífica” a la dramática situación nacional, aseguró, en el Aeropuerto Internacional “Augusto César Sandino”, en las afueras de Managua, la capital nacional.
El sacerdote también se refirió a las víctimas de la violencia, en particular, quienes han fallecido y los presos políticos.
“Mi corazón está muy dolido por la gente que ha sufrido, por los muertos, reprimidos”, y por “mis hermanos” encarcelados por motivos políticos, expresó, para agregar que, estos últimos, constituyen “las heridas más grandes, después de las muertes a causa de la represión”.
Báez, obispo auxiliar de Managua, también aseguró que siente pesar por tener salir de Nicaragua.
“Me siento triste, llevo el corazón hecho pedazos por el dolor de dejar Nicaragua, pero voy sereno y en paz, sabiendo que estoy siempre disponible a servir a Dios y a la Iglesia”, aseguró.
El obispo, quien, entre los 10 integrantes de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), es uno de los principales críticos del régimen encabezado por Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, reveló sorpresivamente, en conferencia de prensa llevada a cabo el 11 de abril, que, por orden del papa Francisco, debía trasladarse al Vaticano, para cumplir allí, por tiempo indeterminado, tareas religiosas.
Báez relató que el pontífice le comunico la decisión durante un encuentro que desarrollaron, días antes, en el Vaticano, y dijo que, durante el diálogo, relató, a Francisco, las reiteradas amenazas de que había sido blanco –incluido un plan para asesinarlo-.
El sacerdote nicaragüense aclaró, reiteradamente, desde entonces, que no solicitó su traslado, el que es responsabilidad exclusiva del papa.
Dirigentes religiosos y políticos así como analistas nicaragüenses coincidieron en calificar la decisión de Francisco como un exilio forzado.
De acuerdo con versiones periodísticas locales, Báez viajó, inicialmente, a la sudoriental ciudad estadounidense de Miami, donde permanecerá algunos días en compañía de familiares residentes allí, para luego dirigirse al Vaticano.
Estallada el 18 de abril –hace un año-, la violenta crisis sociopolítica nicaragüense se caracteriza por la represión policial y parapolicial antiopositora, que ha cobrado centenares de vidas, generado miles de heridos, detenidos, y desaparecidos, dañado en gran escala a la economía nacional, y determinado que decenas de miles de nicaragüenses emigren, principalmente hacia la limítrofe Costa Rica -donde más de veinte mil personas han solicitado refugio-.
La represión ha sido, desde entonces, la respuesta sostenida del régimen de Ortega y Murillo, ante la masiva exigencia popular de que ambos renuncien.
Las acciones policiales y parapoliciales se han centrado, más recientemente, en periodistas y medios independientes así como en organizaciones no gubernamentales de derechos humanos.
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