La necesidad de una tercera vía

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La mayor concreción de la tercera vía se dio en Inglaterra donde se formaron excelentes esquemas de qué era y cómo funcionaría esta tercera vía. Sin entrar en materia detallista de fondo, la tercera vía es un contrato social donde ni se deja todo al capitalismo desbordado (el capitalismo salvaje, el “neoliberalismo”) ese espantoso laisser faire que nos está llenando de malestar, desocupación y falta de rumbo a la mayoría de las democracias occidentales, donde es común cada día ver como las nuevas generaciones no consiguen una alternativa a sus pretensiones laborales y a sus expectativas como ciudadanos consolidados dentro de un estatus aceptable.

Ya no tiene sentido estudiar, se les escucha decir, de qué valen los títulos académicos si no hay trabajo, en efecto no lo hay, y lo que se ofrece no tiene valor comparativamente con las generaciones de hace tres décadas o menos.

Es decir, existe una desigualdad en todos los niveles, los pobres se empobrecen cada día más y los ricos se enriquecen cada día más.

Tampoco se hace la repartición de bienes como una piñata salvaje en una orgía demencial de lucha de clases y opresión, ese sistema demostró ser ineficiente: recordemos las locuras de los planes quinquenales de Stalin y de Castro, una estafa histórica. ¿Cómo nace la idea de una Tercera Vía en un país como Inglaterra? Bueno, los ingleses saben muy bien cómo se comportan las masas desposeídas y hasta donde pueden llegar, no en vano Marx hace siglo y medio concibió sus tesis comunistas en Londres y ahí las estructuró en sus libros, creyendo al principio que podría echarlas a andar en el imperio británico, sus tesis se impusieron en los países más atrasados económica y culturalmente, donde las masas bullían de rabia por el descontento.

La democracia británica ha tenido un sistema parlamentario muy bueno, que ha tratado de manejarse de la mejor manera posible estos últimos cien años de convulsiones sociales.

En La City se sabe mucho más que lo que leemos en “the economist” semana a semana, se sabe que las grandes compañías sobreviven si las grandes masas existen y tienen cómo comprar: los ingleses son especialistas en inventar cosas para vender a las mayorías, no hacen como los franceses que inventan cosas para venderle a los ricos, que de paso son los peores clientes, no compran.

Esa ha sido la llave de la economía inglesa, vender a los grandes clientes, a las grandes masas, no a los ricos, sino a la mayoría; ahora China, una hábil conocedora de estos detalles comerciales se ha volcado a vender para las masas, de ahí que para los ingleses el bienestar de estas “si importa” : ” it does matter”.

Si comprendemos qué significa tercera vía, podemos enfrentar ese incierto mañana y si bien, no resolveremos la pobreza de todos, al menos mejoraríamos el bienestar de las grandes mayorías. ¿Cómo podemos empezar el camino de una tercera vía? Primero que nada con líderes políticos educados para poner todos los puntos en la enorme mesa de diálogo de los ciudadanos, en segundo lugar mostrando a los empresarios serios, que con pobreza no hay negocio y encima creamos mayor inseguridad para sus empresas. Demostrar a los sindicalistas que no se puede repartir lo ajeno a manos llenas, que la distribución de la riqueza mal efectuada termina siendo distribución de la pobreza.

Con un porvenir tan incierto como el que se avizora, solo tenemos tres vías: el capitalismo con su odioso egocentrismo y desprecio por el ser humano, el comunismo con su terrible compañero, el totalitarismo y la lucha de clases, y por último la tercera vía que es ese balance que se logra al comprender muy bien que entre Adam Smith y Karl Marx las diferencias son solo de forma, no de fondo.

Smith demostró cómo se podía generar riqueza en las naciones para sus ciudadanos, Marx demostró cómo se podía repartir la riqueza de tal manera que se terminaba repartiendo la pobreza.

No me cabe duda de que ambas mentes, brillantes por cierto, buscaron con ahínco el bienestar del género humano, no dañar a nadie, al contrario, buscaban que la sociedad pudiera vivir bien con lo que se producía mediante el trabajo, ambos fueron hijos de la revolución industrial.

Tenemos por delante una alternativa social y económica: la tercera vía, solo de nosotros depende y de cómo lo podamos demostrar a los políticos, que son, aunque no nos guste, quienes hacen las leyes y los tratados.

 

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