Opinión | La interminable austeridad que Europa ha impuesto sobre los griegos simplemente no sirve. Ahora Grecia ha gritado: ¡Ya basta!
Como casi todo el mundo sabe, las exigencias financieras realizadas por Europa han aplastado a la economía griega, la condujo a un desempleo masivo, un colapso de su sistema bancario e hizo que la crisis de la deuda externa empeorara mucho, con el problema de una deuda creciente al impagable 175% del producto interno bruto (PIB).
La economía se encuentra ahora rota con los ingresos fiscales en picada, la producción y el empleo deprimidos, y las empresas privadas de capitales de inversión.
El impacto humanitario ha sido colosal, el 40% de los niños ahora viven en la pobreza, la mortalidad infantil ha alcanzado el cielo y el desempleo juvenil está cerca del 50%. La corrupción, la evasión fiscal y la mala contabilidad de los gobiernos griegos anteriores ayudaron a crear el problema de la deuda.
Los griegos han cumplido con gran parte de las exigencias de la canciller alemana Angela Merkel, para bajar los salarios, disminuir el gasto público, recortar las pensiones, privatizar servicios y desregular sectores de la economía; así como aumentar los impuestos.
Pero en los últimos años, esa serie de los así llamados “programas de ajuste” impuestos a Grecia, han servido sólo para hacer una Gran Depresión, la cual no ha sido vista en Europa desde la sufrida entre 1929 y 1933.
El medicamento prescrito por el Ministerio de Finanzas alemán y Bruselas ha desangrado al paciente, pero la enfermedad no se cura.
Juntos instamos a la canciller Merkel y a la Troika (Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) a considerar una corrección de su curso, para evitar más desastres y permitir que Grecia permanezca en la Eurozona.
En este momento, al gobierno griego se le pide que se ponga una pistola en la cabeza y que apriete el gatillo. Tristemente, la bala no sólo acabaría con el futuro de Grecia en Europa. El daño colateral matará a la zona euro como un faro de esperanza, de democracia y de prosperidad. Esto podría conducir a largo plazo a consecuencias económicas en todo el mundo.
En la década de 1950, Europa fue fundada en el perdón de deudas pasadas, especialmente a Alemania, lo que generó una contribución enorme al crecimiento económico posterior a la guerra y el restablecimiento de la paz. Hoy tenemos que reestructurar y reducir la deuda griega, dar un respiro para que la economía se recupere, y permitir a Grecia a pagar una carga reducida de la deuda durante un largo período de tiempo.
Ahora es el momento para hacer un replanteamiento humano de este punitivo y sofocante programa de austeridad; así como acordar una reducción de la deuda griega, en pos de las reformas que tanto necesita Grecia.
Nuestro mensaje para la canciller Merkel es claro; le instamos a tomar esta acción vital de liderazgo en favor de Grecia y Alemania, y también para el mundo. La historia la recordará por sus acciones de esta semana. Esperamos y contamos con usted para proporcionar medidas audaces y generosos hacia Grecia, medidas que servirán a toda Europa y a las generaciones venideras.
Atentamente:
Heiner Flassbeck: ex Secretario de Estado del Ministerio Federal de Hacienda de Alemania.
Thomas Piketty: profesor de Economía en la Escuela de Economía de París.
Jeffrey D. Sachs: profesor de Desarrollo Sostenible, Profesor de Política Sanitaria y Gestión, y Director del Earth Institute de la Universidad de Columbia. EEUU.
Dani Rodrik: Profesor de Economía Política Internacional de la Escuela Kennedy de Harvard. EEUU.
Simon Wren-Lewis: catedrático de Política Económica de la Facultad Blavatnik de Gobierno de la Universidad de Oxford. EEUU.
*Carta publicada el 7 de julio de 2015 en el semanario norteamericano The Nation. Traducción libre de William Aguilar.