No creo que nadie en Costa Rica pueda decir que no se debe hacer o arreglar una carretera como la de San José San Ramón, claro que debe hacerse, pero debe hacerse como debe ser, no mediante acuerdos secretos y concesiones que despierten la suspicacia. Una cosa lleva automáticamente a la otra: vienen las protestas, en buena hora, no se qué sería de un país como el nuestro sin esos grupos de presión, no quiero ni remotamente imaginarlo.
La vida republicana de nutre de la pluralidad de pensamientos, sin eso no hay libertad ni hay democracia: deja de tener sentido el pacto social. El arte de gobernar es saber cuándo debe darse marcha atrás a un proyecto o plan, cuándo avanzar, cuándo disentir y cuándo negociar, olvidarse de esos principios no es de gobernantes inteligentes, si alguien pretende gobernar sin ellos, mejor que nunca se le ocurra ser Presidente o Diputado, o Alcalde o cualquier puesto de elección popular que lleve aparejado un mucho o un poco de poder. “No soy viernes para caerle bien a todos”, leí en una de las redes sociales y si, en efecto nadie puede quedar bien con todo mundo, ni se trata de eso, se trata de hacer las cosas de una manera lógica y colegiada, de barajar alternativas y elegir “la mejor para todos”, no la que a mi me parezca o la que cualquier asesor se interese en hacer o proponer.
Otra cosa que me preocupa profundamente, es esa manera comprometida de hacer negociaciones del estado con las empresas privadas extranjeras, que son como una especie de “empeñar el alma al diablo”, ¿por qué se debe indemnizar una empresa por no darle una concesión que no se ha dado (sic)?¿ Cuales son las artimañas de esas empresas que se convierten en una especie de telaraña donde la mosca es el país y no el gobernante que erradamente firmó? ¿Quién cede esas concesiones tan manirrotamente? ¿De dónde ese maniqueísmo enfermizo, que les lleva a negociar con los bienes y haciendas de todos, motu propio? Se quieren parecer a los césares de la antigua Roma, que perdían la perspectiva de hasta donde llegaba lo público y hasta dónde lo propio.
No, la patria es de todos, todos de una u otra manera pagamos el boleto del barco, las cosas no se hacen así, las cosas se hacen por consenso y públicamente hasta el último detalle, la era de hacer con un país lo que nos de la gana se acabó: combo ICE, préstamo español, préstamo finlandés, caja-fishel, ICE-alcatel, crucitas, trocha fronteriza y Bernardo Soto…, por mencionar algunas. Entonces no es que haya ingobernabilidad, lo que no hay son estadistas, hay políticos que llegan hasta la presidencia, pero eso no les convierte en gobernantes estadistas. ¿Por qué hacer las cosas mal si se pueden hacer bien? Ayer veía las montañas y el mar del pacífico sur y ante tanta belleza me preguntaba: ¿por qué en Costa Rica nos empeñamos en crear conflictos egoístas si vivimos rodeados de belleza natural, gente muy agradable y libertad?
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