Cuando llegué a Argentina, hace un mes y medio, el peso se cambiaba a 20 por dólar. Hoy está a 23,10. En las noticias hay dos temas: la economía y cualquier otro. Eso hace que caminar en las calles de Buenos Aires se haya tornado una experiencia extraña.
Hay un murmullo que se hace cada vez más fuerte. Se oye en los kioscos, en los restaurantes, en los subtes.
Argentina pasa por una época difícil. Las letras F, M e I puestas juntas asustan a cualquiera que haya vivido aquí durante los últimos 20 años. Sacan a la superficie la memoria del Corralito. Pero justo ahí, en el FMI, está Dujovne negociando entre 20 mil y 40 mil millones de dólares.
Se viene una crisis.
¿Cuál es la razón de la crisis? Depende del argentino al cual uno le pregunte.
Unos dicen que el aparato estatal es muy grande, otros dicen que el proteccionismo, o que el déficit fiscal, o que la corrupción. En las noches, veo las sesiones del Congreso. Se echan las culpas. Discuten. Pero no llegan a nada. Todo esto me recuerda de Costa Rica, pero a una escala mucho mayor.
Aquí soy un testigo extraño. Parte mía está. Otra no.
No soy de los jubilados que hacen filas en los bancos, desde antes de que abran, para que les den toda la plata del mes porque no confían en dejar la plata ahí un segundo más de lo necesario.
Pero el sábado probé nueve cajeros antes de encontrar uno que dispensara efectivo.
El estar aquí en este momento de la historia argentina es valioso. Estresante, pero muy valioso. Ojalá pudiéramos hacer más corta la distancia, o quitar las nueve horas de vuelo, para que todos en nuestro país vieran lo que está pasando aquí. Hay muchas señales, fuertes y claras, de por qué llegaron hasta acá. Sólo falta un poco de tiempo para estudiarlas.
En los medios—la tele, el periódico, la radio—muchos expertos hacen conjeturas de qué es lo que pasará. Dentro de todas, se tiene un consenso: Argentina saldrá de la crisis y el camino no será nada fácil.
Rara vez se aprende de los tropiezos de otros. Costa Rica tiene muchos indicios de una posible crisis. También tiene en sus manos las soluciones. Es más, Costa Rica tiene, en estos momentos, todo para prevenir una crisis. Pero no será nada fácil.