Por Sergio Erick Ardón Ramínez.
Por las calurosas calles de La Habana, en medio de cantos y gritería juvenil, marchaba sudoroso, con el rostro rojo de sol y de emoción, vociferante, de pantalón oscuro, guayabera blanca y un, fuera de lugar, maletín “Sansonite” a la mano. Al verlo pasar al lado de Mario Sancho, este en cambio, vestido de forma pintoresca, con sombrero blanco, ancho, de lona, con rabo de ardilla, no pude dejar de sentirme bien. Ellos dos, palmareños ambos, eran los compañeros que encabezaban, por méritos, a nuestra delegación al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que se celebraba por primera vez en tierras americanas. Esa imagen la tengo guardada aquí en la retina, y la sensación de satisfacción que sentí, todavía me hace sonreir. Estoy hablando de Johnny Araya, “Rubén”, para nosotros, que era para entonces, uno de nuestros más destacados dirigentes universitarios.
Johnny había ingresado al Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), junto con un nutrido grupo de jóvenes de Palmares. Sin duda la militancia de José Fabio, su hermano, fue un aliciente para dar el paso. Paso que no era fácil, puesto que su familia toda, tenía una larga e importante trayectoria en el PLN. Tanto su hermano mayor, Rolando, como su padre Fabio, que era vice ministro y después fue diputado, y su tío, Luis Alberto Monge, que estuvo en la Constituyente, que fue diputado y que llegaría a ser presidente, y su otro hermano Luis Carlos, que sería a su vez diputado y viceministro, mientras Rolando, que ya había sido diputado, luego fue ministro, Secretario General, y candidato a la presidencia, todos lo querían con ellos, en las filas del partido que tantas oportunidades y ventajas les había dado. Lo veían ahí, haciendo carrera política con la divisa verdiblanca. Johnny en cambio se rebeló y alentado por José Fabio, optó por un camino diferente. El camino del rechazo a lo que él conocía, y el de involucrarse en la lucha social, desde posiciones radicales, revolucionarias. Antes de continuar cabe una explicación.
Estoy contando esto, que no es cuento, con mi mayor objetividad, y lo hago porque creo que es mi deber. Por encima de cualquier consideración de afecto, hacía la familia Araya Monge, que no lo niego, he tenido, pienso que el hecho de que Johnny aspire a la Presidencia, a convertirse en la cabeza de este país, me obliga a contar cosas de su conducta política, de su personalidad, que no tienen por que ser secretas.
Rechazo los compadrazgos y las alcahueterías, la salud política del país exige transparencia, y cualquiera que aspire al cargo principal, pues, doblemente debe ser conocido. Como militante Johnny se destacó, cumplió multiples tareas, y lo hizo bien, con dedicación, todo esto le valió para que fuera nombrado como uno de los compañeros que formábamos el Comité Central del partido, el órgano permanente máximo de decisión. Algunos de los más veteranos lo veíamos, como uno de nuestros mejores cuadros en formación.
Tenía limitaciones de conducta personal, muy apegado a ciertas comodidades mundanas, bastante parlanchín, pero eso entendíamos que era corregible. Todos estábamos en ese proceso. En la medida en que vamos ganando experiencia y presencia en las luchas populares, en que las cosas en la región se van decantando, y se firman acuerdos de paz, en esa misma medida, se plantea la necesidad de corregir lo que veníamos siendo, una organización semi clandestina de carácter político militar. Vienen entonces nuevas propuestas, algunos de nosotros pensamos que era necesario ampliar el trabajo político organizativo y dinamizar las luchas reivindicativas, salir de las casas de seguridad, a la calle, a confundirnos con la gente, priorizar ese trabajo sobre el militar, en el entendido que las condiciones habían cambiado. Esto nos divide, otros pensaban que esta nueva corriente era una claudicación.
Tuvimos al interior, por tanto, un amplio y enconado debate, entre las dos posiciones encontradas. Johnny estaba ahí, junto a los que defendíamos los cambios. El vivió todo este proceso, incluso fue miembro del equipo que entró a negociar nuestra participación, que no era bien vista por algunos, en la coalición Pueblo Unido, de la que terminó siendo candidato a regidor, resultando electo. También se la asigna la tarea de ser parte, como tesorero, de la cabeza formal del Partido de los Trabajadores, nombre con el que inscribimos para la lucha electoral nuestros colores. Por tanto, bien sabía lo que estaba en juego.
Las discrepancias internas se agudizan. Nos vemos enfrentados a un congreso para resolver cual curso seguir, los márgenes eran estrechos. Un número mayoritario de militantes apoyaban la nueva línea, pero no eran pocos los que entendían que debíamos mantener la vocación anterior. Incluso, en los niveles de dirección había hondas diferencias. Es en esas circunstancias, dramáticas, para nosotros, que recibimos la carta de renuncia de Johnny. No explicaba mayor cosa, solo que reconocía no estar a la altura de las exigencias de su papel como dirigente, y pedía comprensión.
Yo fui el designado para hacerlo desistir de su renuncia. Me reuní con él. Le pedí que no nos abandonara en las circunstancias difíciles que vivíamos, que su alejamiento debilitaba a los que empujábamos con la intención de convertir al MRP en una fuerza política más beligerante en la arena nacional. Me escuchó en silencio, respetuosamente, y me pidió tiempo para pensarlo, y dar respuesta, nunca lo hizo.
Nos enteramos que a través de la familia se le había ofrecido un puesto bien remunerado, como gerente de un negocio de un amigo. Después Rolando lo insertó en el PLN, nombrándolo su asesor, finalmente la familia lo había recuperado, y los compadrazgos le abrían el camino de una carrera política “decente”, no la locura en que estaba metido. Nosotros aquello lo entendimos como propio de una personalidad débil, falta de consistencia. Fuimos indulgentes. Pero las cosas no terminaron ahí, su deserción se convertiría en algo parecido a la traición.
Publicado de manera destacada apareció en La Nación un escrito firmado por Johnny en el que pedía perdón,¿ a quienes?, por su “inmadurez” al militar “un corto tiempo”, (casi 10 años) agrego yo, “en las filas del totalitarismo”, decía también que asumía con convicción su nueva militancia en el PLN, “en las filas de la democracia y la libertad”. Nosotros, bregando a brazo partido, por más democracia y más libertad, por insertarnos en el juego político nacional, con nuestras convicciones intactas, las mismas que él bien conocía y había compartido en tantos memorables momentos, y se nos venía con esto.
Una denuncia abierta, coincidente, con lo que se decía que éramos, por los que nos habían perseguido, para bloquearnos el camino. Una puñalada por la espalda, un acto de cobardía. Porque una persona puede pensar diferente, de hoy a mañana, hay gente que lo hace, eso es cuestionable, pero, no es condenable, está en su derecho. Pero atacar a sus compañeros de ayer, de forma trapera, es una conducta inmoral, no está bien, y desnudaba la falta de escrúpulos en que se había caído. Ahí murió Rubén, y nació el Johnny que hemos conocido; el politiquero complaciente, enriquecido, acomodaticio, trepador, sumando su voz al coro de los que se desviven, levantando falsos temores, para que aquí nada significativo cambie.
Comentando con algunos compañeros mi intención de escribir esto, en plena campaña electoral, me decían, que podía entenderse como un intento de golpear su imagen dentro de ese juego politiquero acostumbrado aquí, pero no. Nada de eso, porque estas verdades bien podrían, en cambio, servir para reforzar la confianza que puedan sentir por él quienes lo han instrumentalizado para resguardar sus intereses. A ellos, Johnny no les fallará. Podría más bien atraer hacía él voluntades que de otra manera estarían con Guevara o con Piza.
No ha sido para mí fácil, el decidir escribir este sucinto relato. Lo hago por responsabilidad cívica, pero rencores no hay. Contra Johnny Araya Monge, no tengo nada personal, tengo sí otros sentimientos. Pero al Johnny que quiere ser Presidente, si lo adverso, no le tengo ni pizca de confianza, en lo que dice, o en lo que promete que hará. Y lo que está en juego no es cualquier cosa, es la suerte de este país, de su gente. y eso pesa mucho más que cualquier otra consideración. En la conducta de las personas, en sus valores íntimos, hay una constante que aflora sin avisar, eso me lo ha enseñado la vida.
“Sólo conoce los caminos rectos, quién erró alguna vez por los torcidos, y la mejor intención no es quizá la del hombre impoluto, sino la del que lleva en el alma las cicatrices de muchas equivocaciones”. Don Sergio Erick, yo siempre sentí admiración por usted y por muchísimos más progres, quizá porque yo a pesar de mi lectura voraz de todas las obras de Lenin, Mao, Trotski, y tantos otros, nunca pude ser de izquierda, he sido soy y seré de derecha democrática. No le tengo miedo a JM Villalta, quizá es el “turning point” de nuestra despedazada Costa Rica. Lo que aquí quiero expresar(no defender) es que otros podemos bailar como el péndulo de Foucalt. Recuerdo una amiga mía del MRP con quien me empeñaba en convencer, sin lograrlo jamás, que abandonara la izquierda, discutíamos con las tesis de Marx y las teorías de Adam Smith, Hume, mi adorable Schopenhauer, pero no, nunca logré mi cometido. Años después una amiga de ella me contó que yo era el “target” de ella, una misión de los progres a convencerme: no lo logró. Por eso, escribo para que respetemos hasta los caminos desandados.
LA verdad nos hace libres. Pero la verdad no es siempre objetiva y singular. Cada quien puede bien expresar su verdad, lo cual no siempre coincide con los hechos históricos (reales ) Don Erick hace algunos apuntos sobre un personaje otrora lleno de virtudes, según Ardón, quien luego muda de “convicciones ” y campantemente se pasa al otro bando, al opuesto. Es tal la sínteLsis de un periplo político del actual candidato a la presidencia del PLN.La denuncia del supuesto renegado podría coincidir con la realidad, pero solo si la conducta del fulano fuera así de “inocente”, así de simple. Yo pienso que la buena fe del relator lo lleva a ver la cosas de una forma carente del peor vicio. Digo que el sujeto del cuento no llegó a posiciones revolucionarios, por valoraciones como las señaladas del Ardón. Llegó al movimiento revolucionario por la manipulación de agentes del partido liberación nacional, favorecidas tales manipulaciones, por la ingenuidad política de la direccón del M R P.unida a la desesperación por crecer políticamente, conforme lo confiesa don S.E. La ausencia de una sana malicia, llevó, especialmente a Sergio , a impulsar la inserción del fatídico Negro Araya a la misma direccón de la organización. El resto de la conjura contrarrevolucionaria resultó más o menos fácil, si aceptamos nuestra confianza sin límites en las actuaciones de esa cúpula. Debo anunciar que aclararemos el fenómeno de la declinación y final de nuestro Movimiento, siendo por ahora únicamente reservadamente plausibles los señalamientos contenidos en la denuncia de Ardón.oto castro
Exelente la reseña de lo que un traidor, de quien con falacia pintada de adoquines y murales quiere hacerle creer a un país que tiene buenas intenciones para un futuro. Pero no se dejen engañar y más bien cuestionen de quien es la empresa que ganó la consecion de los adoquines, y donde fueron a dar los dos millones de dólares que se perdieron hace 5 años en la municipalidad de san José, y a usted señor Mario leiton debería darle vergüenza tan siquiera hacer comentarios a favor del señor Araya sabiendo que usted se a mojado las manos durante muchos años del chorizo que es la policía municipal y el sistema de monitoreo y alarma de esa municipalidad.
Les voy a dar una respuesta imparcial y objetiva a su debate “del que dicen que le dijeron que dijo”. Vaya al parque de Palmares y le pregunta a cualquier transeúnte que opinión le merece la familia Araya o más específicamente el señor Jhonny.
Así ninguno de ustedes tendrá que comer cuento y tener la versión REAL de los que vivimos en primera fila este espectáculo.
Milagro Castro, orgullosa hija, nieta, bisnieta y tataranieta de los fundadores palmareños.
yo también fui joven y por eso entiendo el entusiasmo con que muchos jóvenes defienden su derecho a ser tomados en cuenta como agentes de cambio;yo ya pase esa etapa y ahora mi propia realidad me hace pensar diferente,las reglas están establecidas y lo que hay esta casi todo repartido,tambien se vale vivir tratando de aportar mediante el trabajo diario,es preocupante ver que a veces parece que el ser humano se devalua cada vez mas , el consumismo impone sus reglas y los que verdaderamente tienen el poder no están dispuestos a ceder nada de lo que han logrado,aunque estamos claros que el planeta esta pasando la factura por el daño que ha recibido.
Don Sergio, Johnny no traicionó o desertó. Luego de pensarlo mucho, les entregó formalmente su renuncia. Sus razones o motivos tenía. Por algo,ocmo usted mismo afirma, le pidió o trató de convencerlo de que no los dejara, que se quedara. Era un buen “cuadro”. No me parece justo ni oportuno su comentario. Johnny Araya lo aprecia y lo respeta, por eso, siempre tuvo claro que cuando tuviera un hijo varón lo llamaría “Sergio”, en su honor. Y es así como se llama su hijo: Sergio Araya.
Don Sergio, Johnny no traicionó o desertó. Luego de pensarlo mucho, les entregó formalmente su renuncia. Sus razones o motivos tenía. Por algo,ocmo usted mismo afirma, le pidió o trató de convencerlo de que no los dejara, que se quedara. Era un buen “cuadro”. No me parece justo ni oportuno su comentario. Johnny Araya lo aprecia y lo respeta, por eso, siempre tuvo claro que cuando tuviera un hijo varón lo llamaría “Sergio”, en su honor. Y es así como se llama su hijo: Sergio Araya.
Yo creo el pueblo de COSTA RICA tiene derecho a saber lo bueno y lo malo de cada candidato que se postula a la presidencia,esto con el objetivo de tener una mejor información,y reflexionar por quién vamos a votar ya que está en juego todo un país y la democracia que nos caracterisa como tal.
QUE SUERTE TANTOS AÑOS, PEGADO A LA TETA, O SEA SALARIO, Y LAS EXTRAS.
Me parece desde mi punto de vista objetivo que ya es hora de un cambio. Costa Rica ha estado gobernada por los mismo durante muchos años y me parece oportuno un cambio. Dejemos el temor a una lado y votemos este dos de febrero por el candidato de ideas frescas aún podemos rescatar a Costa Rica, la derecha nos tiene ahogados, los ricos se enriquecen aún más y los pobres alargan cada vez las filas, una repartición justa de la riqueza y con sentido social permitiría a un pueblo azotado por el hambre ver las cosas con mejor claridad. Seamos parte de este cambio por una Costa Rica mejor, por un pueblo mejor por un ser humano con más dignidad.
Lamentable, detrás de este “inocente” artículo hay asuntos más importantes que la gente de la denominada “izquierda”, “vieja” y “nueva”, no han querido ahondar. La derecha resuelve sus conflictos entre unos wiskys en el costa rica country club o en el club unión, y santo remedio, la nazión y telenoticias, le echa tierra o te lo tira en la cara. La “izquierda” ha sido incapaz de analizar siquiera qué pasó en el 48, ¿por qué si Calufa era el líder del movimiento triunfante, se fue Manuel Mora a Ochomogo a bajar la cerviz a la embajada yanqui? ¿O capitulan o los invadimos? Ya sabemos lo que pasó y el regalo fue el asesinato del Codo del Diablo, ¿verdad “pacíficos” liberacionistas? Ahora, lo qué pasó en la autodenominada “nueva izquierda”, que nunca fue tal, donde estaba el MRP, todavía no se ha discutido con toda franqueza. Porque la “nueva izquierda” no era más que el estalinismo con guayabera. Sería interesante un debate sano sobre lo qué allí ocurrió, y las opiniones de Ardón y Castro, principales líderes del MRP en aquellos tiempos. Bueno, hasta aquí. Quizá como dijo Rodrigo Quesada, el historiador, en Costa Rica no hay historia del marxismo, porque nunca existió. El partido comunista rápido se hizo vanguardia popular y más que marxista parecía un partido liberal de izquierda (legalista y pacifista, como lo acusó la misma tercera internacional) Quizá los únicos marxistas fueron Fallas, Carmen Lyra, Vaglio y otros y otras cuantas. Quizá por ello, Yolanda Oreamuno nunca perteneció a ese partido, porque sus horizontes eran más anárquicos que leninistas.
Me tocó compartir parte de esa carrera de dirigente de Jhonny Araya. Comparto con Serio Erik el enorme desiquilibrio de acciones negativas que aplastan las pocas acciones positivas de esos primeros diez años en su trayectoria política. En su consolidación en la carrera de traición a los ideales del cambio democrático popular de nuestro país, soy testigo de como su quiebre de los valores lo llevó a imponer su poder de Alcalde, oponiéndose a iniciativas comunales y de legítima participación ciudadana, por medio de la exclusión que hizo de la participación de los vecinos en el Parque Metropolitanos del Sur.
Ese partido se robó a mi mejor tío, se robó a gran parte de mi familia. Fui princesa roja como dice Laura Astorga, pero al no ser Astorga perdí mi reinado. La espalda de todos aquellos que se hacían llamar luchadores por el pueblo, es lo que ví por ser hija de un pobre. Todos bien acomodados, con propiedades, dinero y la mitad de mi familia. La sobrina ya no era yo, pues ese no era mi apellido. De ser princesa, pasé a ser mendiga tan solo porque así lo quiso el partido. Eso es el comunismo que tanto rajonean. Pero el libro que debería ganar un premio, es el mío, es el que cuenta no una fantasía, si no una dura realidad que arruinó toda mi niñez, pero que hoy me hace una mejor mujer que muchas.