No debemos confundir lo moral con lo legal, aunque deberían caminar de la mano, ambas disciplinas usualmente viven divorciadas en la práctica. La justicia no tiene remilgos, sencillamente se basa en la constitución, leyes y códigos vigentes; no se preocupa por los cambios de apreciación de la moral en sí misma. Normalmente los abogados y más específicamente los jueces, no se ven afectados por los puntos sensibles de las leyes y su aplicación, se forman de esa manera.