Costa Rica se ha ido convirtiendo, lenta y sigilosamente, en uno de los países más caros de América Latina y (comparativamente, de acuerdo a su ingreso per-cápita) de muchos lugares del mundo. Esto hecho genera dos efectos perversos. En primer lugar, sus impactos inflacionarios, los cuales afectan directamente a la población, la gran mayoría clase media y media baja.