El suicidio en la palestra

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La semana que recién pasó estuvo conmocionada a nivel mundial con la noticia de la trágica muerte del famoso chef Anthony Bourdain, quien a través de un programa de televisión impactó a gran parte de la sociedad que le admiraba por su genialidad, sensibilidad y crudeza para abarcar diferentes realidades en medio de platillos exóticos para unos e impensables para otros.

El chef que se había sobrepuesto a situaciones difíciles de sobrellevar para cualquiera, como moderno ave fénix, resurgió de entre las cenizas de varias adicciones convirtiéndose en un show man, creador de conciencia social para una población que se jacta de ser intelectual. Todo un logro sin duda alguna.

Bourdain se había divorciado de su esposa con quien mantuvo una relación de nueve años para inmediatamente comenzar una con Asia Argento, actriz valiente que en el festival de Cannes del año 2017 denunció haber sido violada por el depredador sexual de Hollywood: Harvey Weinstein, motivo por el que ganó muchos admiradores, entre ellos el afamado fotógrafo: Hugo Clément.

Bourdain siempre declaró que admiraba a Asia a quien amaba profundamente. El fin de semana Argento y Clément fueron captados por paparazzi en Roma, tomados de la mano y en claras actitudes románticas.

Solo unos días después, Bourdein se suicidó, conmocionando a propios o extraños.

En un mundo en el que para ser exitoso se debe ocultar a toda costa cualquier atisbo de dolor, fracaso o impotencia para aparentar que todo está bien y que la felicidad chorrea a raudales otorgando fama y fortuna a quien la posee; el acto de auto-eliminarse es considerado por algunos como “la valentía de los cobardes”, mientras otros llegan a aseverar que es una decisión del todo respetable.

¿Cuántas personas han tenido pensamientos suicidas en momentos de desesperanza y frustración? No pocas.

Independientemente si se está de acuerdo o no con la misma, resulta imperioso recordar que el suicidio no es cuestión de valentía o cobardía, sino de desesperación ante una situación fortuita o de arrastre.

Algunos expertos recomiendan no hablar del suicidio cuando este se presenta para evitar el “efecto Werther” o “espejo”, el cual se produce cuando otras personas presas de la desesperanza o idénticas situaciones, copian la conducta suicida; sin embargo, no hablar del tema del todo, tampoco parece ayudar para evitarlo.

Dentro de este entorno, a nivel nacional y a través de las redes sociales, se comenzó a discutir el suicidio, el cual, al igual que la sexualidad; han resultado temas tabú de los cuales no se puede hablar sin generar controversia u ofender a tirios y troyanos.

De tal manera que cuando el YouTuber René Montiel solicitó en una publicación de tuiter que la gente demostrara sensibilidad y amor para las personas que sufren enfermedades mentales y los que cometen suicidio, el Ministro de Educación Édga Mora Altamirano le contestó con otro que decía:

“Suicidarse es una manera de decir la verdad, posiblemente la más vehemente de todas”.

¡Y ardió Troya!

Sus enemigos políticos restaurados aprovecharon para llevar agua a sus molinos y exigir la inmediata destitución del ministro debido a que según ellos, el funcionario incita al suicidio de los niños y más jóvenes.

Otros ex funcionarios lo acusaron por expresarse de manera “peligrosa” y falta de cautela ante un tema tan sensible.

Lo cierto del caso es que, por la investidura que representa y la importancia de sus palabras, el Ministro de Educación ofreció las disculpas del caso explicando cómo sus palabras fueron sacadas de contexto. La gente por su parte impresionable  que solamente tomaron nota del recuadro de la respuesta de tuiter de Altamirano,  juzgó de buenas a primeras, como suele suceder y emitió el veredicto sumario de culpabilidad por incitar a la auto aniquilación.

En este entorno, la mesa está servida; el momento resulta idóneo y oportuno para abordar el tema del suicidio con la seriedad del caso. Basta ya de rehuirle tal y como se ha venido manejando desde siempre e idéntica manera con el de la sexualidad.

Nuestro país necesita de más gente pensante, esa que aprendió a dejar de ser influenciable por las apariencias y que con sentido crítico comprenden cuándo y cómo se deben tratar temas sensibles para los ciudadanos que no saben hacerlo de manera equilibrada.

Aprovechar las oportunidades en el momento justo, también es educar pero por sobre todo, aprender.

Ahora es cuando. No queda de otra.

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