Cuando rechazó ad portas a don Rodrigo Arias, quien fue a Zapote a ponerse a sus órdenes, creí que respondía a un gesto de cero intromisión en un gobierno que buscaría el bien común “a cielo abierto”.
Estoy anonadado con los hechos del once de abril del dos mil trece, cuando siguiendo no se qué consejas o ideas, se encierra entre verjas para protegerse de la “canalla”, nunca imaginé llegar a ver esto en mi vida y menos durante este gobierno. Desconozco las razones, pero fue una afrenta a la memoria de Juan Santamaría y a todos los hijos de la Patria, incluidos quienes no votaron por Usted.
Los escándalos de mayor relevancia, como la ley mordaza, la trocha fronteriza y la concesión San José-San Ramón, no los conozco internamente, pero dan dos opciones: o no sabe lo que sucede alrededor suyo, o lo sabe y se hace la desentendida. ¿Cómo puede ser que no haya tenido el arrojo de pedir perdón públicamente y rectificar? O no lee los periódicos o su círculo de poder la aísla para poder actuar impunemente, o no le importan los ciudadanos, ni le importa el partido que la llevó al poder como no le importa el futuro político de Johnny Araya. Algo así como: “Después de mi, el diluvio”.
No, señora Presidenta, usted debe recapacitar a tiempo, debe corregir y aceptar los errores, eso la haría grande ante sus compatriotas, recuerde que en un año usted será una ciudadana de a pie, como yo, volverá a la realidad y los que la encierran en una burbuja de falsedad, estarán demasiado ocupados adulando a otro para reparar en usted.
Debe eliminar la Ley Mordaza con urgencia, no puede ser recordada como una perversidad política, ese precio usted en su futura soledad no lo soportará. Debe detener esa concesión que a todas luces va contra los intereses de las mayorías y en beneficio de una empresa cuestionable y cuestionada en el extranjero. Con sólo disculparse y eliminar esos adefesios, usted podrá terminar el gobierno e irse a casita en una año y posiblemente no la recordarán como una estadista, pero al menos no la recordarán con odio, y quien quita y hasta le disculpen los errores cometidos, los pueblos son muy generoso con los gobernantes humildes.
Yo sigo siendo “un gobernado” y usted para mi es la “gobernante” y lo digo con respeto profundo, quizá hasta con un poco de nostalgia, si no rectifica la seguiré considerando mi Presidenta, pero si rectifica todas la consideraremos valiente. Piense, quienes hoy la adulan, mañana la engañan. La firmeza sirve también para disculparse y rectificar, la honestidad pues es siempre la misma.
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