Tuve el gusto de conversar con un marinero nicaragüense que trabaja en un crucero que navega los mares de Europa y África. En la plática, me dijo algo que parece un vaticinio: “Cuando Nicaragua le preste atención a nuestra Costa del Caribe, va a comenzar a desarrollarse”. “Allí esta su futuro, en sus costas, donde caben dos Cancún”. Platicamos sobre otros tópicos, incluso la cantidad de “nicas” que trabajan en cruceros. Sólamente en nuestro vuelo, iban seis.
El Aeropuerto Internacional de Managua, Nicaragua, no es un lugar con amenidades para pasar cinco horas en espera, por lo que lo único que te queda es caminar, sentarte, comer y dar otra vueltecita. Ya aburrido, decides subir a la sala de espera y hacer lo mismo. Con suerte te encuentras con un par de conocidos, platicas un poco y sigues aburrido. Lo anterior nos indica que el Aeropuerto necesita un cómodo salón de lectura y por supuesto, una sala cibernética con unas 12 computadoras, para comenzar.
Llaman al vuelo, pero como sale fuera de itinerario y no hay suficientes “mangas” para llegar a la puerta del avión, tienes que bajar a la pista, caminar y subir al aparato, como en los tiempos antiguos, lo cual comienza a ser divertido, si es que no tienes impedimentos físicos.
Llegamos a Miami y si no estás en buen estado físico o sóis mayor de 75, lo mejor es que hayas solicitado una silla de ruedas, ya que las encargadas se le saben todas y son una garantía para llegar a tiempo al próximo vuelo, en nuestro caso a New York. Este es un servicio del aeropuerto, pero los que operan las sillas, esperan su propina, así que viajen preparados con sus dólares a mano, por lo menos cinco por silla. Son eficientes y serviciales, se lo merecen.
Es importante viajar de buen humor y tratar de conversar con la persona que tienes al lado, ya que las experiencias, en su gran mayoría, son por lo menos, amenas, por no decir aleccionadoras.
En la porción Managua-Miami, tuve el gusto de conversar con un marinero nicaragüense que trabaja en un crucero que navega los mares de Europa y África. En la plática, me dijo algo que parece un vaticinio: “Cuando Nicaragua le preste atención a nuestra Costa del Caribe, va a comenzar a desarrollarse”. “Allí esta su futuro, en sus costas, donde caben dos Cancún”. Platicamos sobre otros tópicos, incluso la cantidad de “nicas” que trabajan en cruceros. Sólamente en nuestro vuelo, iban seis.
En Miami, que es el puerto de entrada, después de Migración y Aduanas, para tomar el vuelo al siguiente destino, hay que pasar seguridad y aunque nos vamos acostumbrando, sigue siendo incómodo, pero ni modo, los “terroristas” siguen amenazándonos y se hace necesario. Allí no hay privilegios para nadie, desde adultos mayores hasta infantes tienen que cumplir con las reglas, así que hay que aprender a seguir las indicaciones y punto.
En la porción Miami-New York, mi vecino era un abogado especialista en temas de migración. Conversamos de todo y quedé bajo la impresión, que la tan esperada Reforma a la Ley que han venido ofreciendo los demócratas le hacen falta mas reformas, lo que significa que va para largo, pero aquí viene la gran interrogante:
¿Si no podemos parar el flujo de inmigrantes, por qué no trabajar con él? ¿Por qué no diseñamos, para comenzar, un documento que les permita integrarse a la economía, pagando los impuestos que tanto necesitamos para mejorar nuestra infraestructura, con lo cual crearíamos fuentes de trabajo? En vez de murallas, instalemos puestos de registros a nivel nacional y sin mucha burocracia, deportemos a los indeseables, ya que parar la inmigración es un imposible y todos los sabemos. Aquí se nos viene nuevamente el nombre de Fraga Iribarne, Ministro del Generalísimo Franco, que con ideas constructivas abrió la fronteras de España al progreso y desarrollo, permitiendo que ingresara el turismo, que en ese entonces, no era sofisticado, o sea que su mayoría era “mochilero” usando para ello, la inteligencia y la sonrisa, sin descuidar la seguridad en forma de ayuda al visitante. No estoy sugiriendo copiar los métodos de Fraga, pero si sus ideas creativas.
Llegamos muy tarde al Aeropuerto de La Guardia, pero como todo esta muy bien organizado y nadie se aprovecha de la hora, ni de la oportunidad, un excelente conductor de taxi, nativo de Bangladesh, ya que New York tiene nativos de todas partes del mundo, nos trajo al apartamento cuando ya eran casi las doce de la noche, o sea 18 horas de Managua a New York, lo cual es una experiencia mas, que solo los viajes nos dan.