Por Marvin Eduardo Calderón Gómez.
Nuestra democracia tiene consigo misma, la semilla de su propia destrucción; esencialmente les abre la puerta a todos los ciudadanos para que sean protagonistas, no solo eligiendo gobernantes, también postulándose a puestos de elección popular. Y entre los que deciden postularse, se meten tanto las personas buenas de la sociedad, como las más malas, corruptas, sucias e inmorales. Y estas últimas se convierten en los modelos a seguir por nuevos postulantes a través del tiempo, por la sencilla razón de que las buenas personas, las honorables, no hacemos contrapeso.
Los grandes partidos políticos que han hecho posible la Costa Rica de hoy en la que vivimos, fueron tomados por las personas malas y corruptas. Y los actos de corrupción que llevaron a cabo, dieron espacio para que partidos emergentes dijeran presente, enarbolando la bandera de la honestidad y falsa idea de ser alternativas políticas.
Resulta que son partidos mucho más corruptos de lo que la ciudadanía se pudo haber imaginado, son oportunistas y han pretendido tomar ventaja de la debilidad de los grandes partidos históricos, para beneficio de sus fundadores y sus familiares.
Vemos hoy, que el Partido Accesibilidad sin Exclusión (PASE), tiene a su fundador, un supuesto no vidente, en un proceso judicial acusado por gran corrupción. El partido Movimiento Libertario, desaparecido por serias acusaciones de gran corrupción también, su fundador prefirió perder muchos millones de colones por miles de dólares incautados en su edificio de oficinas, antes de reconocer quien era el dueño de ese dinero.
El Partido Acción Ciudadana (PAC), que nos viene gobernando en los últimos dos perÍodos presidenciales, nadando en aguas profundísimas de corrupción, impunidad, inmoralidad y cinismo del peor. Tirando por la borda, el equilibrio social que ha engrandecido a esta patria, enarbolando la bandera de los derechos humanos, para degenerar la dignidad humana y pisoteando el honor de todos los que no piensan como sus principales ideólogos progresistas, si es que se le puede llamar ideología, a ideas que más bien destruyen en lugar de edificar al ser humano y con ello a la sociedad.
Otros son los partidos fundados y liderados por supuestos líderes espirituales, protestantes, mercaderes de la fe de un pueblo que ante la crítica condición social y económica, busca una válvula de escape a la gran realidad de pobreza extrema, falta de empleo y de oportunidades, que permitan vivir con dignidad y esperanza en un futuro mejor. Líderes sucios y corruptos que juegan con las necesidades de los más desplazados, para asegurarse ingresos altos con deuda política y un estilo de vida, que contradice su discurso a favor de los más necesitados.
Y hay partidos que no han llegado a escalar, como el Partido Nueva Generación, donde están empeñados en llevar a la campaña presidencial a su líder fundador, el cual está muy lejos de ser una opción presidenciable. Pero es un partido similar a todos los anteriores, con características comunes, sin currículum, sin obras que mostrar, no tienen alma, no tienen estructura, no tienen ningún tipo de perfil institucional, no tienen ideología. Lo único que tienen es el propósito de tomar ventaja para beneficiar intereses particulares y no los intereses de la totalidad de ciudadanos costarricenses que urgen de soluciones.
Nuestra democracia es autodestructiva; acabamos de concluir un proceso electoral carísimo para un país tan agobiado en sus finanzas públicas. Se postularon una exagerada cantidad de candidatos a alcalde, con muy gruesos cuestionamientos por corrupción, con procesos judiciales en marcha, con deudas pendientes ante la Caja Costarricense de Seguro Social, en fin, con impedimentos morales que le aplican a la gente común cuando desea ser contratada, ya sea para trabajar o para participar en trámites gubernamentales.
Y muchos de ellos fueron electos para un periodo de cuatro años, nuevamente como alcaldes. Con eso dejaron servida la mesa, para que otro grupo de corruptos, sucios e inmorales se concentren en las próximas elecciones del año 2022. O sea, el sistema democrático fue probado y funcionó para los corruptos en febrero 2020, por lo tanto, le garantiza a la gente mala que pretende llegar al poder en las próximas elecciones presidenciales, que no tendrán ningún problema. Es gente que pretende llegar, sin ideales, sin visión y solo con la mira en sus propios intereses.
En el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) se inicia toda este problema, allí está el caldo de cultivo, porque degradan los derechos democráticos de los ciudadanos. No vigilan por el respeto a esos derechos sagrados que la patria nos da. Al ponerle precio al derecho de postularse, los buenos ciudadanos ven cortadas sus oportunidades, mientras que los corruptos no tienen problema, porque han hecho dinero con sus actos reprobables en el pasado para volver en el futuro. Al permitir que gente cuestionada participe, en el TSE promueven la autodestrucción de la democracia.
Las consecuencias de todo lo escrito anteriormente son los problemas económicos, sociales, de seguridad, de soberanía, todo el descontrol en el tema migratorio, la pérdida de credibilidad en el Poder Judicial y en general en el sistema institucional, lo cual es sumamente grave. Hoy tenemos un país atravesando por una inactividad económica asfixiante, un desempleo que mata las ilusiones de la gente joven, una pobreza que nos llena de vergüenza, y un espíritu colectivo muy disminuido por la pérdida de credibilidad en nuestro sistema de vida.
Los que nacimos y crecimos en este bello país, sabemos que el sistema democrático es el mejor sistema de vida. También sabemos que no es un sistema perfecto, que es autodestructivo. Pero también es un sistema que nos da la oportunidad de corregir el rumbo y no volver a cometer las equivocaciones que nos tienen hoy de rodillas como país ante tanta ineptitud, impunidad, corrupción y suciedad. Nuestra democracia también puede ser auto regenerativa.
Siento el deseo de dar un paso al frente y convocar a personas que tengan la preocupación por recuperar este país. Como me gustaría promover un encuentro permanente en los próximos dos años, con personas de diferentes corrientes partidarias, que pongan por encima los intereses nacionales. Para reflexionar y analizar, para identificar problemas con exactitud, para proyectar ideas y opciones que vengan a enriquecer el próximo proceso electoral por la presidencia de Costa Rica.
Si personas de diferentes corrientes de pensamiento partidario y político convergen en los problemas, tal vez del 2022 al 2026, el partido político que gane las elecciones no tenga una oposición cínica y destructiva como la que hizo el PAC en el pasado. Luego de ese encuentro permanente, que cada quien vaya a su partido político, a elaborar la oferta electoral que crea que más conviene a Costa Rica. Que, por encima de todo, pongamos los intereses de la patria con la ayuda de Dios y la Virgen Santísima.
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