Esta investigación fue publicada recientemente en la revista Journal of Retailing, y se descubrió que olores como el abeto navideño y el de las galletas recién horneadas pueden funcionar como efectivos incitadores.
Para comprobarlo los científicos crearon dos tipos de fragancias: un perfume muy simple con olor a naranja, y otro que mezclaba la naranja con albahaca y té verde; y compararon las compras realizadas en una casa de decoraciones en función de la fragancia que se respirara en el ambiente en ausencia absoluta de olores.
Ciertamente, cuando el aire contenía el aroma más sencillo el volumen de compras era significativamente mayor que en el resto de casos.
Diversos estudios en los últimos años han demostrados que las fragancias afectan profundamente la memoria y los centros emocionales del cerebro humano.
Además, si comparamos con el sentido de la vista los recuerdos pueden ser evocados de manera más vívida y por períodos de tiempo más largos.
Debido a esto una fragancia puede acentuar la experiencia de compras, con el fin de crear una conexión más emocional con el cliente.
El olor a polvos de talco: provoca que las personas sientan seguridad y nostalgia, mientras que oler cítricos y menta genera alerta.
Los olores a cuero y cedro son utilizados para incitar a la compra de mobiliario caro.
Los perfumes florales y cítricos: estimulan las ansias de compra de los consumidores y provocan que el cliente se demore más tiempo en la tienda y, en consecuencia, consuma más.
Asimismo, esta investigación hace necesario que consumidores se replanteen como pueden ser influenciados por los diversos olores a la hora de realizar sus compras.