George Rodríguez EP. El cardenal Leopoldo Brenes formuló este domingo un llamado a establecer en Nicaragua la cultura de la no violencia, y calificó de triste el hecho de los nicaragüenses se ataquen entre sí.
Brenes, arzobispo de Managua, la capital nicaragüense, aludió así a la represión armada que se registró, un día antes, para impedir la realización de una manifestación antigubernamental.
“Es triste, doloroso sobre todo, que nos sigamos atacando entre nicaragüenses. Eso siempre deja una herida”, expresó Brenes, tras haber oficiado misa en la Catedral Metropolitana de Managua.
El diálogo debe prevalecer, indicó el sacerdote, al referirse al contexto de violencia que caracteriza a la crisis sociopolítica que hace más de cinco meses afecta a ese país centroamericano.
Para superar la dramática situación, es necesario “cultivar una cultura de paz y diálogo”, dijo.
Brenes, quien también es presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), formuló, asimismo, la advertencia de que las manifestaciones populares deben desarrollarse pacíficamente.
“Toda marcha violenta no tiene sentido en el país. Tenemos que ir con una cultura de la no violencia”, planteó el sacerdote, quien agregó que “tenemos que ir desarraigando, de nosotros, la violencia”, dijo que, “para hacer una marcha, siempre hay que cumplir algunas reglas”, y llamó a “que las marchas sean pacíficas y se eviten confrontaciones porque deja muchas heridas difíciles de curar”.
El cardenal formuló las declaraciones un día después de que efectivos policiales e integrantes de grupos parapoliciales reprimieron y persiguieron a numerosas personas quienes, en un sector del este capitalino, estaban reuniéndose para iniciar la manifestación pacífica opositora denominada “Nicaragua en Rebeldía”.
La acción antiopositora ocurrió, a su vez, un día después de que, en una Nota de Prensa, la Policía Nacional calificó de ilegales las manifestaciones antigubernamentales, y amenazó con judicializar a quienes sean arrestados por participar en esas actividades.
Las masivas movilizaciones opositoras, que son reprimidas por fuerzas policiales y parapoliciales, se enmarcan en la violenta crisis sociopolítica que hace más de cinco meses convulsiona a Nicaragua, con saldo, hasta ahora, de por lo menos 500 víctimas fatales, miles de detenidos, heridos, y desaparecidos, daño masivo a la economía nacional, y la emigración de decenas de miles de personas –principalmente a la vecina Costa Rica-.