Cardenal hondureño ora por venezolanos, nicaragüenses, y migrantes

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George Rodríguez EP. El cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez oró este domingo por los habitantes de Venezuela y Nicaragua, países que son, respectivamente, escenario de agudas crisis.

Rodríguez también oró por los miles de migrantes centroamericanos, mayoritariamente hondureños, quienes emprenden el recorrido de más de cuatro mil kilómetros hacia la Frontera Sur de Estados Unidos, con la esperanza de poder ingresar a esa nación en procura de la seguridad y las oportunidad que no encuentras en sus países de origen.

El cardenal dirigió las oraciones a la Virgen de Suyapa, la patrona de Honduras, al oficiar misa, en la Basílica Menor de Suyapa, en un sector de Tegucigalpa, la capital hondureña, para marcar los 272 años desde el de la imagen de la virgen.

“Queremos encomendarle de manera especial a nuestros hermanos de Venezuela y de Nicaragua”, expresó Rodríguez, quien es arzobispo de Tegucigalpa, y fue considerado como candidato para reemplazar al papa Juan Pablo II, en el proceso que resulto en la elección, en 2015, del argentino Jorge Bergoglio, el actual papa Francisco.

El cardenal hondureño se hizo, así, eco de lo manifestado el 7 de enero, por Francisco, quien, al referirse, en el mensaje que dirigió al cuerpo diplomático acreditado en el Vaticano, a ambas dramáticas situaciones nacionales, aseguró que el diálogo y la paz son los caminos para que nicaragüenses y venezolanos hallen solución a esas crisis.

Venezuela registra, hace años, una crisis socioeconómica, política, y de seguridad que ha generado el éxodo que, de acuerdo con diversos cálculos, han emprendido por lo menos tres millones de personas quienes, vía terrestre, se han desplazado a países sudamericanos, principalmente los limítrofes Brasil y Colombia, lo mismo que a otras naciones del área, tales como Ecuador Perú.

Además de la represión antiopositora por parte del régimen madurista, los migrantes denuncian, entre otros factores causantes del éxodo, la masiva escasez de alimentos básicos y medicinas, el marcadamente bajo poder adquisitivo de los salarios, y la generalizada falta de oportunidades.

Nicaragua registra una violenta crisis sociopolítica que, estallada el 18 de abril, ha cobrado centenares de vidas, generado miles de heridos, detenidos, y desaparecidos, dañado en gran escala a la economía nacional, y determinado que miles de nicaragüenses emigren, principalmente hacia la limítrofe Costa Rica -donde más de veinte mil personas han solicitado refugio-.

La represión policial y parapolicial antiopositora ha pasado de ser masiva -contra actividades opositoras públicas-, a constituirse en principalmente selectiva -mediante la captura y la desaparición de opositores quienes son blanco de búsqueda individual-.

Medios de comunicación y periodistas independientes y organizaciones no gubernamentales –particularmente las defensoras de los derechos humanos- han sido objetivos recientes de esa modalidad represiva.

Rodríguez, el único cardenal hondureño, también oró por los migrantes, principalmente del Triángulo Norte de Centroamérica –El Salvador, Guatemala, Honduras-, quienes, en masivos grupos de miles, se desplazan hacia Estados Unidos, altos números de los cuales optan por permanecer en México, cuyo territorio marca la mayor parte de la compleja y peligrosa ruta hacia Estados Unidos.

El sacerdote encomendó, a la virgen, los miles de caminantes –mayoritariamente hondureños- quienes se dirigen a México y Estados Unidos, “o que se encuentran por allá, marginados, excluidos, y, tal vez, frustrados por no alcanzar un sueño tan legítimo y tan necesario”.

Rodríguez aludió al hecho de que, al llegar a la Frontera Sur de Estados Unidos –el límite de 3,155 kilómetros que ese país comparte con México-, son impedidos de ingresar a territorio estadounidense.

Las autoridades de Estados Unidos plantean que los migrantes debe cumplir un lento proceso burocrático migratorio, lo que ha significado que miles de personas –incluidos niños y mujeres- se agolpen, principalmente en la noroccidental ciudad mexicana de Tijuana –limítrofe con la sudoccidental ciudad estadounidense de San Diego, a la espera de cumplir el trámite.

Al tratar de ingresar a Estados Unidos, en noviembre del año pasado, por diferentes puntos de la frontera cercanos a ambas ciudades, numerosos migrantes –entre ellos, menores y mujeres- fueron repelidos, con disparos y gas lacrimógeno, por tropas estadounidenses.

Los migrantes centroamericanos realizan, desde el año pasado, en masivos contingentes, la caminata para llegar desde sus países de origen, cruzando territorio mexicano, hasta Estados Unidos, en procura de la seguridad ciudadana y las oportunidades a las que, en esas naciones centroamericanas, no tienen acceso.

El Salvador y Honduras, junto con Guatemala, son países caracterizados por altos índices de pobreza, y constituyen el Triángulo Norte de Centroamérica, una de las regiones más violentas a nivel mundial.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, un tenaz adversario de la inmigración, reforzó, en 2018, la vigilancia fronteriza, del lado estadounidense, con aproximadamente dos mil efectivos militares.

El mandatario, quien ha afirmado que los masivos contingentes de ciudadanos del Triángulo Norte constituyen una invasión a Estados Unidos, sostiene, además, que los migrantes plantean un peligro para la seguridad de ese país, ya que, entre ellos, caminan criminales.

Trump ha amenazado, reiteradamente, con suspender la ayuda estadounidense al Triángulo Norte, debido a que los tres gobiernos han sido omisos en impedir los masivos desplazamientos de migrantes hacia Estados Unidos.

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