William Aguilar | Incorreciones. En los últimos… ¿Años? Se ha venido hablando de lo que es y no legal en el transporte público, cómo si lo legal fuera lo correcto, tan solo porque un grupo de legisladores así lo decidieron en circunstancias determinadas.
Hablamos de taxis y piratas (con el eufemismo de porteadores), pero también hablamos de buses, busetas, camiones, furgones, taxis de carga, trenes y, por qué no, de lanchas turísticas y caballos. Que cuando se le meta entre ceja y ceja a un político con un negocio, el tema saldrá a relucir.
Comenzaré hablando de taxis (de los rojos). Me pregunto, cuántos hay y a quienes les pertenecen. Hoy por hoy, lo más importante eso, quiénes son los dueños y por qué hay personas que tienen más de uno.
Prácticamente no conozco a un taxista que maneje su propio carro, o sea, alguna vez se hizo un concurso, esencialmente político, con todo lo que ello implica, y ahora hay un grupo de pseudoempresarios que alquilan carros y hasta donde yo tengo entendido, no tienen patente para alquilar carros, como si fueran un “rent-a-car”.
Así que no pueden hablar de seguridad, no pueden hablar de confianza y no pueden hablar de haber hecho los trámites. Es como si se pudiera alquilar la licencia de portación de armas o la de manejo de alimentos.
Sin embargo, se creen los dueños de las calles y de la patria potestad de montar a un desconocido en su carro. Si subo a mi carro a un vecino que me encuentro en la parada de autobús, ¿es competencia desleal?
Del otro lado están los piratas. Al principio de los 90, era un grupo de personas que trabajaban para el sector público a quienes se les aplicó la movilidad laboral (como ahora quieren hacer con miles) y algún político avispado les dijo que empezaran a trabajar su carro. Ese es el principio del calvario.
Ahora son más, muchos más. ¿Por qué? Porque la gente los usa, porque dan una cantidad de servicios que “los rojos” no dan. Por eso y solo por eso existen.
Se les critica lo anticuado de sus autos, la falta de seguro y se cuestiona el historial del chófer. No obstante, hay quien los prefiere.
¿Hay delincuentes trabajando de piratas? Sí, como hay delincuentes abogados, delincuentes soldadores o delincuentes taxistas. Sí se hace una encuesta seria, se encontrará que en ambos modos de servicio hay problemas de seguridad, responsabilidad y trato al cliente. Pero la mayoría son personas honestas las que trabajan como taxistas y porteadores.
Creo firmemente que todos tenemos el universal derecho de trabajar con los medios que disponemos, para con ello solventar las necesidades personales y familiares. Nadie debe ser llamado “pirata” por llevar comida a su casa.
Pero no confundamos, porque hay que poner los puntos sobre las íes, cuando digo todos, me refiero a todos. Ahora hay políticos que se rasgan las vestiduras pidiendo licencia libre para trabajar en el transporte de personas, pero nunca los he oído decir nada a favor de los vendedores frutas en las calles de San José. Eso es hipocresía.
Hablando de otros márgenes difusos de la ley, está por un lado los servicios turísticos, la mamá del barrio que lleva a cuatro niños a la escuela y, el caso común conocido del amigo que se lleva al grupo a la playa y pide banca para al gas. Poco falta para que el MOPT haga un retén y se lleve a todos esos a la Reforma.
El transporte de personas es uno de los negocios más rentables que hay. En 1950 había un político metido en el servicio de buses y decidieron eliminar el tranvía. En 1995 otro político estaba metido en el servicio de camiones de carga y decidieron eliminar le tren. Así es como funciona.
Ahora hay políticos de un bando que regalaron al por mayor placas de taxis y otros políticos que tienen miles de porteadores trabajando para ellos (porque la libre empresa es libre cuando es de un empresario, no de un pobre emprendedor).
Por eso y solo por eso es que habla ahora de derechos, legalidad y de oportunidades con las nuevas tecnologías, por intereses político-empresariales; porque de pobres, de pobres, solo se habla en tiempos de campaña.