Panamá es el digno campeón de la Copa de Oro

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El panameño Román Torres protesta al árbitro estadounidense después de señalar el primer penal inexistente.
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OPINION

Por Geovanny “Debrús” Jiménez.

Este título no es un error, estimado lector, es un criterio de dignidad y vergüenza histórica: para este servidor el digno, moral y futbolísticamente hablando, campeón de ese torneo corrupto es Panamá.

Le aplaudo al equipo de Panamá, porque a pesar del cinismo de la Concacaf de multarlos con $15.000,00 y obligarlos a jugar un partido sin importancia en el que evidentemente fueron perjudicados con las tarjetas para la eliminatoria, ellos llegaron a enfrentar a Estados Unidos y dieron otra vez una digna lucha donde -otra vez- fueron mejor equipo.

No olvido a los siempre sesgados comentaristas mexicanos de ESPN y FOXsports diciendo que a pesar del penal que les regalaron, ellos habían jugado mejor que Costa Rica. Según ese criterio, hubiera sido Haití y no Jamaica quien mereciera llegar a jugar contra Estados Unidos, y posiblemente México con costo hubiera clasificado, y solamente por tener la suerte de enfrentarse a un equipo cubano desvalido moral y futbolísticamente.

Por supuesto, esos mismos comentaristas de criterio muy corto -que viva México cabrones-, no dijeron lo mismo cuando frente a Panamá otra vez les obsequiaron un penal porque su equipo mexicano jugaba pésimamente.

Y es que el mérito de Panamá no terminó contra México, también contra Estados Unidos merecieron ganar en el tiempo regular. Sin embargo se fueron a penales y ahí con el azar, pero con toda justicia, ganaron el partido para que les dieran un tercer lugar que sabe bien, porque sabe a campeonato, a primer lugar. La final fue un invento comercial de la Concacaf.

Cuando los mexicanos, sus jugadores y los periodistas dijeron que lo sucedido no era culpa del equipo mexicano, casi dejando entrever que la corrupción era negocio exclusivo de la Concacaf, uno sentía dudas de que fuera así. Luego el “Piojo” Herrera -secundado por el mediocampista Andrés Guardado- argumentaron que “así es el fútbol”, se gana a como dé lugar, una lógica maquiavélica que a la gente digna no convenció.

El comentarista más polémico pero de mayor respeto en esos canales que se suponen “internacionales” (en realidad son mexicanos), David Faitelson, dijo en ese momento que México no había ganado nada, que la lógica de Herrera daba vergüenza y que Guardado había perdido la oportunidad histórica para poner a México en otro nivel ético y moral. Coincidimos con él totalmente, porque el ejemplo que pudieron dar a la sociedad hubiera sido mayúsculo, trascendente y el fútbol hubiera tenido un impacto educativo que todos hubiéramos aplaudido, y de pie, dándole honor a ese equipo. ¿Se imaginan a los niños de toda el área -incluyendo por supuesto a los mexicanos- imitando aquella actitud ética de botar un penal injusto y corrupto? Una oportunidad histórica perdida por la ambición vulgar que impone el mercado.

Así las cosas, más allá de algo deontológico (deber ser), lo de México fue complicidad. No la de sus ciudadanos o gente decente, por supuesto que no, sino la de su técnico, la de Guardado, la de una ética capitalista más allá de lo deportivo. Los futbolistas -y deportistas en general- siempre deben recordar que ellos son ejemplo para la sociedad, para los niñas y niños, y finalmente ellos representan, son el espejo, de un país cuando se ponen su camiseta.

Hace tiempo, incluso, los aficionados hemos venido viendo cómo jugadores mañosos y carentes de ética, han convertido al fútbol más en un teatro que un deporte-arte. Rostros arrugados ad náuseam de jugadores que se restriegan de dolor cuando se da la falta -buscando la amarilla para el contrario-, pero que cuando se vuelve al juego entonces se ponen de pie como si nada y siguen jugando. Penales fingidos -como el de México contra Costa Rica en el último minuto- y faltas exageradas, son el común en muchos partidos de fútbol de la actualidad. Ya no importa el proceso, solo el fin: ganar a como dé lugar, dijo Herrera. Qué triste que en el fútbol -como en otras actividades humanas- importe más el dato histórico que el disfrute de los miles de personas que estuvieron ahí, en el escenario y en las graderías (reales, televisivas y virtuales).

El deporte debería ser más que la política y la economía, más que el poder y el mercado, su ética debería ser diferente, ejemplar, digna para la Humanidad.

En consecuencia, señor Herrera, ASÍ NO ES EL FÚTBOL, porque si es así, no lo queremos, no nos gusta. Y el campeón moral, digno, por esfuerzo, valentía y por lo sucedido en las diferentes canchas donde jugó, ES PANAMÁ. Y aunque no se haya jugado la final al momento de la escritura de este mensaje, es preciso dejar claro: México no merece ni el primero ni el segundo lugar. Y Jamaica, por lo demostrado, debería ser el subcampeón de este torneo, si fuera asunto de mérito, y por lo que los amantes del fútbol pudimos apreciar.

Por lo demás, la Concacaf ya sin legitimidad ni credibilidad, debería desaparecer, o debería reorganizarse con nueva gente decente, y expulsar toda su plana actual, aunque se vayan los justos con los pecadores. El fútbol amerita eso, mínimo, lo demás son remedios para volver al mismo momento en el futuro.

Panamá es mi campeón, por juego y por ética, a pesar de lo que diga la Concacaf, en mi estadística será así para siempre, hasta donde llegue.

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