Nace un fenómeno político de la leña de los viejos horcones

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Rogelio Arce
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Rogelio Arce Barrantes.

Hace escasos ocho meses, jugaban a full house los Arias en el mundo liberacionista, pese al desgaste de casi seis años, seguían teniendo la sartén por el mango. En menos de una vuelta de año viejo a año nuevo, el dramatismo con que Rodrigo lanzó las cartas fue más patético que realista. Decía José Ortega y Gasset, ese genial español universal, que “la verdadera sabiduría del jugador en la vida (y en todo) era no exactamente ganar, sino saber el momento ideal para tirar las cartas y pedir de nuevo”, esta clara alusión al juego de póker es aplicable a la política.

Acabamos de ver, cariacontecidos, el doblete del doctor Hernández, donde renunció dubitativamente y luego regresó, y después lanza las cartas al suelo, renunciando una vez más y creemos que la última (aunque en política nada está escrito en piedra); por ahora parece definitivo. Muy malo para la democracia este culebrón innecesario, las democracias necesitan opciones democráticas reales, caso contrario terminan cautivas.

Solamente quienes han metido un pie, o los dos en un partido que el sábado 12 de octubre cumple 62 años de fundado (caso único en Costa Rica), y vimos épocas mejores, al fin vemos un movimiento que comenzó poco a poco y ha crecido en tamaño y en definición: el yonismo, un nuevo giro del pensamiento liberacionista hacia una democracia más real, más cercana al hombsistiendo a un momento histórico, donde sin necesidad de abandonar el mundo globalizado, retomemos el tema social con firmeza y demos esperanza a todos los hijos de esta tierra.

En los años cincuenta ese fenómeno novedoso y enfrentado por el gamonalismo tradicional, fue mal visto por muchos de los políticos de la primera mitad del siglo XX, después se vería como el deterioro se hizo sentir a finales de los años noventa, lo demás lo estamos viviendo y lo conocemos y definimos cada cual a su manera. El “yonismo” no lo veo como un movimiento ego centrista, lo veo como un movimiento social integrativo y participativo, donde las fuerzas otrora desplazadas por las razones que fuesen, regresan y se suman a la participación y aporte de ideas que nos ayuden a todos a buscar una salida-la mejor posible-de este liberalismo mal concebido que nos está perjudicando a todos por igual, llevándonos a la desesperanza y creando un ambiente ideal para en inmovilismo en todos los sentidos, cosa manifiesta en los últimos dos años.

He visto regresar a la escena política a personas inteligentes, que se habían hecho a un lado por razones tan diversas,  que no viene al caso comentar; quien ha logrado este fenómeno ha sido Johnny Araya, ese hombre campechano que ha sabido atraer a mujeres y hombres capaces que sienten deseos de aportar a esta reestructuración de la política y si llegase a ganar las elecciones: a la patria. Quizá el “ningunismo” que sufrimos por dos décadas, esté siendo desplazado por el “yonismo”, más cercano al pueblo en general, yo me considero pueblo y por eso siento ese nuevo movimiento como un acercamiento de los dirigentes a los dirigidos, y se trata de eso, de una Liberación Nacional 2.0 que tome las experiencias de todos y con tino logre una mejor integración de los ciudadanos a la verdadera toma de decisiones de los gobernantes. Falta mucha tinta en el tintero, pero podríamos empezar a ver un movimiento político nuevo, nacido de los viejos horcones de guayacán del partido más viejo de Costa Rica.  Recordando a don Chico, don Luis Alberto, y el mismo don Pepe, campechanos y sinceros, con sus yerros y sus logros, no puedo menos que imaginar que el campo sigue produciendo líderes a su medida.

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