Las trampas de la política electoral en Costa Rica

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Geovanny Jiménez S., politólogo. En una democracia representativa como la costarricense, donde las elecciones son ahora más frecuentes, el tema de la cultura electoral adquiere un realce importante.

Desde que en Costa Rica se aprobó la posibilidad de hacer referendos populares y de que las elecciones municipales son aparte de las nacionales, en el intermedio del gobierno nacional, los procesos electorales son más comunes.

La política tradicional del país ha construido, durante décadas, algunos mitos, prejuicios y “trampas” que logran cautivar -y luego frustrar- a los electores. El desencanto ciudadano por los políticos o por la política es preocupante, pero también el ciudadano no ha querido o no ha podido asumir las riendas de la democracia de su país.

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¿Cómo puede el pueblo asumir la dirección de la democracia representativa de Costa Rica? Sencillo: con educación política. El electorado costarricense debe desarrollar más su cultura política y con ella, particularmente, su cultura electoral; es decir, saber elegir mejor según lo que sea mejor no solamente para sus intereses individuales, sino para los intereses país.

Con ese propósito le presento esta lista, modificable, abierta e inconclusa -que usted puede ampliar- de las trampas, mitos y prejuicios equivocados o engañosos de la cultura electoral costarricense de la actualidad. Comentarios bienvenidos.

  1. Todos los políticos son iguales. No es cierto, hay políticos no tradicionales o que tienen pensamiento y obra con propuestas diferentes. Costa Rica tiene políticos decentes que son contradictorios porque son humanos, pero la democracia tica ofrece, por dicha, gran variedad de opciones en las papeletas electorales. La idea es que nos informemos bien de todos los candidatos.
  2. Los políticos empiezan a trabajar y solucionar problemas antes de las campañas para reelegirse. Es cierto, muchos alcaldes, por ejemplos, de repente empiezan a limpiar predios, parques y hacer arreglos en las partes más visibles al electorado. Esta trampa es común, pero no nos dejemos engañar, quien no trabaja bien todo el período, no lo hará bien en el siguiente.
  3. Prometen pero después no cumplen. Ciertamente, así es. La gran causa de la decepción ciudadana con los políticos se debe a este precepto. Todo nace cuando en campaña el político demagogo promete cosas que no sabe si puede cumplir, o bien que sí lo sabe, pero miente alevosamente. Sin embargo, hay propuestas en la actualidad de políticos que se comprometen sobre un programa de gobierno o de gestión viable y posible, esos son los que podemos creer. Debemos siempre pedirle al político que diga CÓMO resolverá cada problema. No es mejor el que más promete, sino el que mejor explica cómo hará las cosas.
  4. Voto por el que va a ganar según las encuestas. En efecto, uno de los grandes problemas del sistema electoral costarricense es que no tiene una regulación efectiva sobre estos mecanismos de predicción. Incluso las casas encuestadoras reconocidas pueden alterar los resultados con solo platear preguntas tendenciosas o cerradas para conducir a respuestas esperadas, algunas no realizan una adecuada supervisión e incluso hasta se podría pensar en manos oscuras que modifiquen los resultados finales antes de entregarlos a los medios de comunicación. Por otra parte, cuando las encuestadoras son honestas y profesionales, podrían acertar el resultado para ese momento, pero eso no significa que será el mismo resultado para las elecciones, lo que puede conducir a engaño a los electores que tienen el mal hábito de votar por quien va a ganar o dejar de votar por su candidato porque ya no gana. Lo interesante de las encuestas es que permiten medir tendencias de voto de un período a otro, pero para efectos de análisis político. Las encuestas NO deben conducirnos a votar por uno u otro “porque va a ganar”, la política no es un partido de fútbol.
  5. Inventan encuestas para producir ambientes triunfalistas engañosos. Peor aún es cuando los mismos partidos inventan esas encuestas o hacen las suyas manipuladas. La ética electoral está en entredicho cuando un partido acude a estos mecanismos tendenciosos y de “juego sucio”. Los sondeos por Internet -que no son encuestas-, por ejemplo, son un ejemplo de esa manipulación; estos sondeos no son representativos de la población del país o de un cantón, en ellos pueden votar personas de otros cantones o países, y más aún, los candidatos mandan a sus electores (juventud, troles y amigos) a hacer chorreo de votos. Algunas plataformas de voto por Internet incluso permiten votar varias veces con ciertos mecanismos cibernéticos. Esos sondeos no son confiables y no aciertan nada, a lo sumo dejan ver qué candidato logra movilizar mejor a su gente para apoyarlo, pero electoralmente solo son un engaño, una trampa que confunde a los incautos.
  6. Los comicios cantonales los ganan siempre los partidos más conocidos y tradicionales. No siempre, el resultado de una elección cantonal depende de varios factores y está en constante cambio, digamos que está por descubrirse, porque estas son las segundas elecciones cantonales que se hacen separadas de las nacionales. En un cantón un partido puede ganar por organización comunal, por tener un candidato reconocido y querido, por tener mejor publicidad e información al electorado y por tener una mejor propuesta, pero además por lograr que más personas vayan a votar el “día E”. El elector debe ser consecuente y votar por la mejor propuesta según su criterio, indistintamente de otros prejuicios.
  7. La gente vota por color político, por un partido, y eso no cambia. Es relativamente cierto para un porcentaje, cada vez menor, de la población. Los grupos etarios mayores de 40 años, principalmente, tienen ese hábito por la historia costarricense posterior a la Guerra del 48 que aún deja algunos efectos. No obstante, la juventud y las personas con mejor educación tienden a cambiar su voto de una elección a otra, comportamiento ideal para una democracia como la costarricense. Para las elecciones municipales del 2016, por ejemplo, el 40% de los votantes será menor a 35 años. Un color político, en tiempos modernos, no es garantía de “bondad política”.
  8. No voto para protestar contra los políticos. Este supuesto castigo político termina siendo un “tiro por la culata”, es decir, un voto protesta que le abre las puertas a los partidos y candidatos indeseables. Si no votamos, estamos ciertamente dejando que otros decidan por nosotros, y hacer eso no es castigo, es relevar la responsabilidad a otros que no necesariamente escogerían el mejor. Si mi consciencia dicta protestar, lo mejor es votar por el candidato mejor según mi criterio, uno diferente a lo que he conocido hasta hoy. No votar es una trampa que me pongo a mí mismo.
  9. Los medios de comunicación son confiables y lo que dicen debo asumirlo como cierto para decidir. Por supuesto que no, hay muchos medios de comunicación y la mayoría de ellos tienen una posición política con tendencia hacia la derecha o hacia la izquierda ideológica, pero además algunos defienden los partidos políticos que defienden los negocios de sus clientes. Es preciso contrastar noticias y acudir también a medios que se dicen llamar independientes o alternativos, los que presentan visiones diferentes de la realidad.
  10. Votar en elecciones municipales no tiene importancia porque las municipalidades no sirven. Falso, hay municipalidades donde se han elegido buenos alcaldes y han logrado construir excelentes índices de progreso cantonal. Si bien es cierto hay municipalidades donde la corrupción y la incapacidad han reinado, otras han demostrado lo contrario. Son precisamente esas municipalidades deficientes las que deben elegir diferentes autoridades y con el voto castigar así a quienes le han fallado a la comunidad. Si no votamos, les permitimos manipular electores y reelegirse para seguir aprovechándose del recurso público.
  11. Voto por quien sea más visible con publicidad. La mayoría de la gente se deja llevar por los signos externos y la publicidad para decidir su voto, si el candidato es más visible entonces lo asocian con el mejor candidato porque tiene más posibilidades de ganar. Pero no necesariamente eso es cierto en la democracia moderna, donde las redes sociales, la Internet y las nuevas plataformas de comunicación tienen un papel importante en las elecciones. Lo aconsejable siempre será conocer mejor las propuestas y el cómo resolverá los problemas cada candidato, más que las promesas no viables o lo aparente como la publicidad engañosa o los signos externos. Los candidatos con más publicidad son aquellos que tienen más recursos económicos, no necesariamente los mejores.

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