Si analizamos esas cifras y las comparamos con los países que tienen graves problemas económicos en Europa, Grecia, Portugal e Irlanda, comprobaremos que estamos hablando de déficit fiscales similares. Por eso, podríamos diagnosticar que al igual que los países europeos citados, Costa Rica está en la misma senda peligrosa.
Al igual que en Costa Rica muchos países en Europa y, sobre todo, Estados Unidos de América, la nación más endeudada del mundo, ha llegado a esta gravísima situación porque desde un principio se consideró que esta era una crisis más de las varias que ha habido después de la II Guera Mundial cuya duración era entre 14 y 18 meses, a excepción de la Crisis del Petróleo en los 80´s que duró más tiempo; y el remedio aplicado a esta crisis actual ha sido el mismo: en primer lugar, se amplió la mano de obra y planilla en todos los Ministerios y oficinas gubernamentales para suplir el desempleo que se generaba en la empresa privada y en segundo lugar, y sobre todo en los países del primer mundo, se han realizado infinidad de proyectos de obra pública también para compesar la falta de obra privada.
El resultado ha sido, en esta ocasión,lo contrario al esperado. Es decir, los ingresos a través de impuestos han ido disminuyendo por la continuada falta de consumo de los ciudadanos y los más ricos, incluidas las grandes corporaciones, han dejado de invertir ante la incertidumbre creciente. Por lo tanto, se ha creado lo que denominaremos “la tormenta perfecta”; mucho más gasto y mucho menos ingresos por parte de los gobiernos. De aquí, estos déficit fiscales monumentales que están llevando a un callejón de difícil salida a muchos gobiernos de todo el mundo y Costa Rica no es la excepción.
Como analizaba el premio Nóbel de Economía, Paul Krugman, ahora los gobiernos están reaccionando de forma contundente, recortando gastos en todas sus áreas, lo que se está generando más paro y más recesión. Teniendo en cuenta que esta crisis ya va por el cuarto año, el famoso economista teme que se pueda repetir el colapso global de la Gran Depresión, la cual empezó en 1929 y terminó al concluir la II Guerra Mundial.
Un ejemplo que confirma lo expuesto anteriormente, podría ser la visita de la Presidenta Chinchilla a Guanacaste, en donde se encontró con la airada protesta popular reclamando puestos de trabajo e inversiones y la única contestación clara que dio Chinchilla, fue enfatizar que no hay dinero, y en este caso, seguro que no mintió.